Son la alforjas donde guardamos o desechamos todo aquello que nos
da miedo, nos produce dolor, o no nos gusta y a lo que no somos capaces
de enfrentarnos.
Tiramos al cubo de la basura la parte oscura en vez de
iluminarla y esto nos vuelve temerosos y violentos al verlo reflejado en
los demás. Solo dentro de nosotros podremos encontrar las respuestas
para reconstruir nuestra personalidad.
El sufrimiento nos obliga a despertar a la vida real. Vivir
siempre lejos del propio ser termina siendo doloroso, perturbador y
triste.
Francisca Cuenca
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