miércoles, 12 de febrero de 2014


Mi recuerdo de este país, siempre es gratificante. Quizá lo peor que tiene, es estar tan lejos del nuestro, justamente en las antípodas.

Allí vi murciélagos gigantes sobrevolar las cúspides de los edificios al anochecer, las ballenas jorobadas majestuosas luciendo su aleta caudal en un elegante movimiento de inmersión y di de comer a delfines salvajes que se acercaban a la playa sin ningún temor.


Gentes de países vecinos conforman una sociedad variopinta y según el barrio, es difícil encontrarse al típico australiano rubio con ojos azules. Sin embargo los auténticos aborígenes no tienen el protagonismo que deberían siendo realmente los dueños de ese país repoblado.

Lucía Sevila

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