Mi recuerdo de
este país, siempre es gratificante. Quizá lo peor que tiene, es estar tan lejos
del nuestro, justamente en las antípodas.
Allí vi
murciélagos gigantes sobrevolar las cúspides de los edificios al anochecer, las
ballenas jorobadas majestuosas luciendo su aleta caudal en un elegante
movimiento de inmersión y di de comer a delfines salvajes que se acercaban a la
playa sin ningún temor.
Gentes de países
vecinos conforman una sociedad variopinta y según el barrio, es difícil
encontrarse al típico australiano rubio con ojos azules. Sin embargo los
auténticos aborígenes no tienen el protagonismo que deberían siendo realmente
los dueños de ese país repoblado.
Lucía Sevila
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