Estimados y fieles lectores, un
día más me aventuro vehementemente a iluminar el mundo mediante las leyes
sagradas de nuestro Señor Jesucristo. Son muchos los detractores que odian
coléricamente mis artículos, pues La Verdad se hace insoportable para aquellos
que están cegados por la perturbación posmoderna. Es bien sabido por la
Santísima Trinidad que disculpo a todo el que se dedique vilmente a proferir
improperios contra mi persona, sin más ánimo que apagar la luz de una estrella.
No sería justo obviar a todos aquellos que siguen mi bitácora diariamente y se
nutren de las opiniones sustentadas en la tan loable reflexión iluminada. Pues
todo escrito en Helios y Sapentia es fruto de revelaciones emanadas del
altísimo. Admirables e ilustres seguidores, en el día de hoy me concierne un
asunto de vital relevancia social y espiritual. Sin más dilación procederé a
exponer el tema que me dispongo a abordar en el presente tratado: El aborto es
un asesinato.
Actualmente las tendencias ideológicas
posmodernas animan al ser humano a practicar “el sexo sin amor”. El contubernio
judeo-masónico-comunista internacional fomenta la práctica de toda
concupiscencia habida en el ser humano, pues nos hallamos en una era donde el
placer es el principal fin de todo ser. ¡Cuán errado está este mundo! ¡El
inevitable retorno de las prácticas de las ciudadades castigadas: Sodoma y
Gomorra! Dios castigó sin piedad a estos hombres, que arribaron a extremos tan
tóxicos de depravación, que Dios hubo de exterminarlos de la Tierra, en un
justo acto de purificación humana.
Como bien he reiterado en
precedentes artículos, la sociedad occidental contemporánea se halla bajo los
influjos de los grandes conspirados del nuevo orden mundial. Esta subyugación
ha traído consigo la interesada hipersexualización de la población; un negocio
muy rentable para las multinacionales farmacéuticas y pornográficas. Hombres y
mujeres jóvenes, no reparan lo más mínimo a la hora de mantener relaciones
sexuales esporádicas y aleatorias, con el mero objetivo de satisfacer sus pasiones
más innobles. Esto ha conllevado al uso de fármacos como "la píldora
postcoital", utilizada el día después del aberrante y pecaminoso acto
sexual libertino. Esto ya es considerado un aborto, pues desde el primer
momento en el que el óvulo es fecundado por un espermatozoide, ha surgido el
sagrado fenómeno de la generación de vida. Ningún cristiano ha de usar este
tipo de abortivos, pues está incurriendo en un grave pecado ante la atenta
mirada de Dios, nuestro Señor. Aquellos que se enorgullecen de este tipo de actitudes
sexuales son pecadores satisfechos, almas alejadas de la divinidad. Humanos
obnubilados por la gran confusión de los últimos tiempos. El príncipe del mal
ataca ferozmente como nunca antes, en aras de separar la mayor parte de almas
posibles del Dios del amor; ya que sus días de libertad comienzan a agotarse.
No obstante todo lo escrito
anteriormente no es suficiente, ya que numerosos gobiernos occidentales han
legalizado el aborto libre o están en proceso de llevarlo a cabo. Esto supone
que la madre que alberga una criatura con alma -no debemos olvidar que la madre
es un mero vehículo para Dios- tiene la posibilidad de asesinar a la criatura
que porta en su vientre, si ésta no supera los veintidós meses de vida. Esto es
inaceptable y punible, pues la madre no es dueña del ser humano que se está
formando en su interior mediante un proceso biológico y espiritual. La
responsabilidad de garantizar la protección del ser humano en sus primeras
etapas de vida debe quedar bajo tutela estatal. Abortar es un despiadado asesinato
en toda regla, a nivel civil y espiritual. La Iglesia deberá excomulgar a la
vil pecadora que haya abortado, así como el estado habrá de tomar las medidas
legales correspondientes, en contra de la osada y perturbada mujer en cuestión.
Para desdicha de todo ser que guarde un mínimo de cordura, los gobiernos
progresistas-rojos-socialistas y comunistas alientan a las mujeres a ejecutar
estas prácticas homicidas sin ningún tipo de reparo moral, ni castigo estatal.
Para "los progres", confusos con La Verdad, materialistas, comunistas
y nihilistas-ateos, el aborto es un derecho inalienable de cada mujer.
"Los que desafían al Dios del Todo" no consideran que deban tener el
"certificado de humanidad" aquellos que aún se hallan en el vientre
materno. Puedo opinar y opino que esto es un total disparate, una blasfemia,
una herejía: problemas derivados de una cosmovisión errante.
Yo apuesto por la vida desde el
primer segundo de su creación, porque amo el derecho a la vida. El nefasto e
insulso Partido Socialista Obrero Español (PSOE) aprobó la ley del aborto
imperante en España actualmente. Antes de ser condenado al ostracismo por su
memez manifiesta, José Luis Rodríguez Zapatero, alias ZP, a pesar de hundir el
país en la miseria más absoluta, promovió este tipo de leyes que le aseguraban
el voto de los más "cool" de la sociedad. Así como la ley del
matrimonio homosexual, ¿Existe alguien en esta derruida nación que crea
aún que lo hizo por amor a la causa del colectivo LGBT? El matrimonio es la
unión entre un hombre y una mujer, una institución biológica y espiritual
creada por Dios para procrear y formar una familia, base sólida de toda
sociedad. Lo que no sea eso, ha de ser denominado de otra forma.
He dicho.
Artículo escrito por Jesús Kuicast
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