lunes, 24 de noviembre de 2014


Estimados y loables lectores de todo el mundo, un día más sin el más mínimo descanso reflexivo, me dispongo a transmitir  mis consideraciones sobre los asuntos que rigen la vida. Después de horas de ardua y profunda introspección, además de días de divina oración, he arribado a la conclusión de la necesidad de tratar un asunto de vital importancia para la fraternidad universal. En ciertas ocasiones obviamos abordar dilemas que creemos solucionados, problemas que se perdieron en la noche de los tiempos. No obstante, lo que para unos puede ser obvio, quizá para otros puede haber de no serlo. Con la firme determinación de propugnar el bien hasta los confines de la tierra, hoy me ha sido encomendado el noble menester de abordar una certeza: El racismo se cura viajando.

En los siglos pasados el racismo fue una actitud propia del hombre blanco. El simple hecho de tener otro color de piel significaba pertenecer a una estirpe humana caída e inferior. Gentes negras: manchadas por la oscuridad. Los pueblos europeos no dudaron en considerarse superiores, e incluso los más radicales llegaron a afirmar que el pueblo blanco era el único escogido por Dios, dada su supremacía mortal e intelectual. Las personas de piel negra eran juzgadas absolutamente como defectuosas e insignificantes, y habían de ser subyugados a la voluntad de la áurea raza blanca. Durante centurias los pueblos negros fueron sometidos de manera vil y salvaje por los autoconsiderados “Dioses de la Tierra”. Charcos de sangre derramados en honor a un simple color de piel. Aquellos que no fueron exterminados fueron convertidos en penosos esclavos. Eran vendidos y comprados como si de objetos se tratara, algo tremendamente cruel, injusto, infundamentado e inhumano. Los pilares argumentales que sustentaban y sustentan la ideología racista, parten de premisas equivocadas; por lo que cualquier teoría racista pasada, actual y futura fue, es y será absolutamente falaz. ¿Cómo es posible que algo tan absurdo como el racismo haya sido abrazado ideológicamente por brillantes mentes de la humanidad? Sólo se me ocurren dos explicaciones para tal protervo suceso: fanatismos basados en traumas infantiles o individuos con pretensiones dominantes.

Aquella persona que es capaz de sentir aversión por una persona con un color de piel distinta, está completamente enferma mentalmente. ¡Cuánto han sufrido los negros a través de los siglos por ineptos sobresalientes!, ¿es factible la existencia contemporánea de individuos con tal errónea convicción? No, tolerancia cero ante aquellos que odian en nombre de la idiotez supina.

El racismo no sólo halló como enemigos a los individuos de raza negra, sino a judíos, gitanos, árabes, bereberes…Mas fundamentalmente hemos de destacar el auténtico odio milenario que se ha producido hacia los negros y judíos. Hitler hizo gala de su locura paranoica exterminando a más de seis millones de judíos, amén de gitanos, negros y otros... El "diablo alemán" sembró el terror en el mundo entero por su ideología demoniaca que propugnaba el odio más extremo hacia lo desemejante. No obstante, antes de la arribada del frustrado y malévolo Hitler, ya había sido sembrado el odio entre humanos distintos. Los Reyes Católicos en un heroico intento por cohesionar España, expulsaron a musulmanes y judíos en aras de alcanzar la total homogeneidad racial, cultural y religiosa. Desde la muerte en la cruz de Nuestro Señor, se originó el antisemitismo. Un pueblo que había pedido a los invasores romanos exterminar a su propio congénere judío: aquel que se autoproclamaba hijo de Dios y Rey de los judíos. Sin embargo era plan que había de cumplirse por designio divino, y los judíos un instrumento necesario para su cumplimiento.
Pasados dos milenios, en un profundo estudio teológico cristiano, arribamos a tales verídicas conclusiones. Mas en el pasado, las grandes masas cristianas siempre vieron en los judíos a un pueblo codicioso, usurero y asesino del Dios hecho hombre.

Tampoco hemos de olvidar a los gitanos, un grupo de tribus hindús, que emigraron de manera masiva desde su lugar de origen hacia Europa, transformándose un pueblo nómada que era repudiado y marginado por los europeos. ¡Cuánto temer a lo diferente!, ¡cruel fratricidio humano!

Queridos hermanos, yo os exhorto a reflexionar sobre lo escrito en este breve y humilde tratado en pos de la tolerancia. El Señor instauró la diversidad en el cosmos, y si el Omnisciente, Omnipotente y Omnipresente lo determinó así, fue para inducir a sus hijos a poseer el hermoso e imprescindible atributo de la tolerancia universal. El racismo se cura viajando.


Artículo escrito por Jesús Kuicast.

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