domingo, 9 de noviembre de 2014


Feliz día del Señor mis estimados y digno lectores, un día más me hallo rebosante de orgullo y satisfacción. Como es mi deber, en el día presente proseguiré en mi loable y sempiterna labor articulista. Pues los verdaderos triunfadores jamás descansan, el descanso fue creado por y para los mediocres. Aquellos que amamos lo que hacemos jamás precisamos de apenas descanso. Fidedignos seguidores, el tema que hoy me concierne es tremendamente controvertido, pero más aún lo es mi opinión al respecto. Mis desdichados detractores anhelarán y procurarán mi pronta desaparición de la faz de la Tierra, mas habrán de saber que jamás me ausentaré del mundo, mientras exista un sólo cristiano en el universo. Sin más dilación procederé a abordar el asunto que  me ha sido encomendado: ¿Es apropiado que un hombre y una mujer se besen en plena calle? Absolutamente no. Es un acto vulgar de escaso civismo.

Actualmente la humanidad se halla confundida y perturbada por los grandes poderes conspirativos. Seres robóticos destinados a sucumbir en el pecado incesante. La autoridad moral suprema se ha esfumado, como el humo con la brisa de la tormenta.
La moralidad y la belleza provienen de Dios, ambas están intrínsecamente ligadas. Lo moral es bello y lo inmoral es monstruoso. Atrás quedaros las doradas épocas del nacional catolicismo, tiempos memorables por la excelsa rectitud moral de la que gozaba población nacional. Antaño era posible pasear por las calles, y disfrutar de la jovialidad que se halla en la perfección moral. Uno podía pasear tranquilamente por sendos parques, sin temor a encontrar a dos descerebrados ejecutando actos impropios, reservados en su integridad a la intimidad más discreta.

Los niños contemporáneos están habituados a visualizar violencia en los dibujos animados contratados por las televisiones. Los videojuegos cruentos y despiadados en su contenido, son jugados por niños que habrían de estar aprendido a leer la biblia infantil, o si ciertamente muestran un gran interés por los videojuegos, los padres deberán escoger aquellos juegos que posean contenidos instructivos y didácticos. Nuestras criaturas también han de padecer la zafiedad que se halla presentes en paneles públicos donde son anunciados centros de alterne, antros del vicio más perverso. Una colosal vergüenza para un país que fue modélico en el civismo ético. En tiempos virtuosos existía una apropiada ley que se encargaba de los vagos y maleantes, óbices para el progreso y seguridad de las urbes cristianas de la gloriosa España.

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? No necesariamente, mas en el caso de España me aventuraría a afirmar que sí. Los años se han sucedido velozmente desde que el traidor de Juan Carlos I de Borbón asumiera la jefatura del estado, con el decidido ánimo de delegar su poder en manos de otros y así poder dedicarse en cuerpo y alma a sus aficiones más excéntricas e inapropiadas  (¿Qué esperar de un Borbón?). La desaparición de la censura en la cultura, educación y medios de comunicación fue un tremendo logro de la masonería, una victoria cosechada por las fuerzas del caos. Vigentemente cualquier tipo de contenidos audiovisuales y escritos arriban a nuestras casas por medio de los televisores, ordenadores, tablets o smartphones. Mayores y niños comienzan a mostrar claros síntomas de laxitud moral, que es el principio de todo pecador empedernido. Aquellos que siguen literalmente los mandamientos de Dios, y se rigen mediante el sentido común racional iluminado, saben y comprenden como vivir e imponer la amorosa, misericordiosa y recta disciplina moral cristiana. ¿Acaso hay derecho a que un padre pasee con su amado hijo por una tranquila y segura calla, y haya de encontrarse con dos maleducados y groseros adultos besándose en público? ¿La criatura tiene la necesidad de contemplar un espectáculo propio de la privacidad? Los niños deben ser protegidos en todos los ámbitos existenciales, han de ser sometidos a una hermosa, colorida y amorosa educación en Dios. El estado debería reestablecer la censura, con el cristiano objetivo de purificar las almas de los españoles. Los videojuegos que no sean constructivos psicológica y espiritualmente para los niños. han de ser prohibidos, así como las películas, música y libros.

Los adultos deberían apreciar el arte sacro, deleitarte con las maravillas del arte cristiano. Un arte centrado en la belleza sublime. No hemos de olvidar que la representación de la belleza en el arte es fundamental para propagar el bien moral, mientras que el arte grotesco, oscuro  y caótico ha de ser censurado y destruido por inducir a lo inmoralidad más plena.


Queridos hermanos y hermanos, yo os exhorto a leer Las Santas Escrituras diariamente, a reflexionar con la ayuda de la Santísima Virgen María sobre lo aprendido en ellas, y a llevar una vida enfocada en Cristo Jesús.

Artículo escrito por Jesús Kuicast.
https://twitter.com/jesuskuicast

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