miércoles, 17 de marzo de 2010

Un tema delicado me ocupa en este mi nuevo artículo, les intentaré explicar desde mi humilde visión que es para mi “la muerte” y que sucede cuando un individuo fallece. Desde hace milenios, la doctrinas religiosas han siempre supuesto un mundo ideal y bondadoso después de la vida material, llegando a ser incluso para muchas religiones la vida material como un simple camino hacia la vida eterna. Ciertamente es muy agradable el pensar que después del fin hay otro principio. Ahora bien, según mi modesto parecer les mostraré cual es mi creencia hacia este tema expuesto. Cuando un individuo fallece, sus órganos dejan de funcionar, su cerebro “se apaga” y con esto su creencia en alma o espíritu y su universo existente, todo en el desaparece, y él mismo también, pues la mente es responsable del autoreconocimiento individual. Su cuerpo con el tiempo se descompondrá, pasando a ser energía para otros seres, por medio del alimento, pues por esto este ser fallecido deja de ser en la naturaleza para pasar a la no existencia verosímil y palpable. El individuo fallecido no puede ir hacia ningún lugar, pues está muerto. Su alma no existe sin su cerebro activo, el cual es propulsor de las hipótesis existenciales y transcendentales, es simplemente lo que su mente ilusionaba. Nosotros, el resto de individuos vivos, observamos como deja de existir el fallecido, siendo este su final. Sin embargo somos nosotros los que por no aceptación del acontecimiento, que algún día sufriremos nosotros mismos irremediablemente, situamos al fallecido en un sitio ideal, al que nos gustaría marchar cuando muriéramos, pues es muy complicado pensar que el final existe y que no hay nada más allá. Hemos de pensar en el siguiente ejemplo expuesto para comprender con agudeza esta teoría: cuando una mosca muere, ¿pensamos que ésta va hacia un mundo mejor idealizado?, la respuesta es negativa, debido a que al no sentir pena por su "dejar de existir" no precisamos de tal invención fantástica, pues evidentemente un insecto insignificante no es capaz de alterarnos emocionalmente, no necesitamos evadir la realidad buscando un ilusorio mundo de consuelo.

1 comentarios:

Carlos Pérez dijo...

El asunto depende de qué se piense respecto al alma.

-Si crees en un dualismo antropológico, no habría ''muerte'', porque pasas de un 'limbo' a nacer, es decir, a la vida propiamente dicha, y cuando mueres, pues vas a otro sitio, ideal o no, depende de lo que piense cada uno. Además, aquí entraría el concepto de reencarnación, pues el alma va saltando de un cuerpo a otro.
Yo he llegado a la conclusión lógica de que, según esta teoría dualista, hay un número X de personas, que se encuentran en: A-un lugar pre-muerte, B-la vida, C-un lugar post-muerte.

-Si no crees en el dualismo, tienes que creer que 'naces', es decir, que hay un principio. Y si hay un principio, tiene que haber un final.

Lo que pasa que yo no creo en ese 'principio', yo no creo (porque no quiero, y porque soy libre de creer lo que quiera) en que de repente 'Puf!', conciencia creada. Y de la misma manera que no puede salir de la nada, porque de la nada nada viene, no puede morir así de repente y esos pensamientos dejar de existir.

Con lo cual, me tira más lo primero, la dualidad cuerpo-alma... pero tengo que pensar de qué manera, porque no me creo mucho nada de niguna religión.

Un saludo desde FutbolPérez!