sábado, 6 de noviembre de 2010


Admirables y aún más respetables cultos lectores, en este nuevo y novedoso artículo trataré acerca de un personaje ciertamente polémico y ampliamente criticado por diversos sectores internacionales. Si ustedes todavía no suponen cual individuo invade mi razonamiento, algo despistados quizá se hallen. Efectivamente, no aturdiré con superfluas palabras cargadas de férreo estilismo artístico, pues Hugo Chávez Frías es el centro de mi opinión redactora.

Todo terrícola medianamente documentado, conoce el imprescindible o tal vez corruptible cargo que ocupa Hugo Chávez, el sumo presidente de la república bolivariana de Venezuela. Un ideólogo profundo, pleno de una cultura envidiable, y poseedor de una oratoria divina, capaz de persuadir a cualquier opositor existente. Un político puro que frecuentó la cárcel y después gozó de la gloria. Numerosas publicaciones le otorgan el título que lo gradúa como uno de los personajes más influyentes de los recientes años, al igual que de los más detestablemente rechazados. Su credo sin duda alguna, revolucionario y laudable es, ahora bien, si fuese manifiesto de veracidad, no de totalitarismo dictatorial.

Quizá cuando a nuestros agudos tímpanos arriba el nombre del individuo citado, nos deslumbran las tremendas ocurrencias que tal líder comanda, pues estas sobrepasan la habitual indiferencia o aversión que sentimos hacia la mayoría del gremio del aquí comentado. ¿Quién no ha oído el célebre “por qué no te callas”? o los asiduos improperios vertidos al mandatario norteamericano de turno, así como sus constantes disputas contra los que osan contradecir sus postulados. Algo hemos de discernir con celeridad, su valor es fuente de controversia y revelador de verdades encubiertas por los aparentemente correctos y bienaventurados socialmente.

Hugo Chávez, se autoproclama sin pudor vanidoso alguno, líder de la revolución bolivariana, un movimiento iniciado siglos atrás por el liberador Simón Bolívar. Su alma alberga un comunismo aterrador, camuflado vilmente por un discurso amparado en el supuesto y más que dubitativo socialismo del siglo XXI. Es un gobierno de represión y aplastamiento al diferente, de manipuladores e injustos, de falaces y traidores de la democracia. Pues nos encontramos al frente del Stalin venezolano, que procura desesperadamente legislar armas que garanticen su permanencia vitalicia en el gobierno comunista, distinguidamente denominado socialista. Sin embargo, su intento de perpetuarse en el poder mediante poderes emanados de la mismísima constitución fracasó estrepitosamente, pues el sabio e infravalorado pueblo escarmentó a los que creían suyo el camino del mandato.

No obstante, una vez expuesta mi subjetiva crítica exacerbada referente al “Stalin venezolano”, me agradaría de sobremanera transmitirles algunos puntos del discurso de Chávez que encuentro coherentes y con cierto peso razonable. Sus refinados lectores serán conscientes del gran odio que Chávez posee contra los Estados Unidos, pues es notoria la denominación común que tal señor utiliza para referirse a USA, “El imperio yanki”. Pues según este insigne orador, “El imperio yanki” controla el globo terrestre, gobernando bajo intereses monetarios y propios, a costa de la pérdida de soberanía de los lugares explotados y controlados. Pues quizá aquí no erre de sobremanera tal dictador enmascarado.

En definitiva y para concluir tal crítica lúcida, habré de establecer un largo enunciado que resuma mi humilde y breve teoría acerca del señor Chávez: “Líder natural, sabio sin igual, manipulador ejemplar, con ideales tiznados de autoritarismo feroz que comportará el padecimiento del pueblo venezolano”.

Artículo escrito por Jesús Kuicast.


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