En estos tiempos de gran y creciente diversidad religiosa, es más preciso que nunca una tolerancia plena (respeto ejemplar hacia las opiniones o prácticas de los demás) hacia todo credo existente. Pues si bien es cierto que ciertas religiones practican esta noble virtud desde tiempos inmemorables, otras sin embargo se inician en este benigno hábito, de vital importancia para la pacífica convivencia universal.
Todos nos sentimos exhaustos al contemplar como la violencia interreligiosa no tiene un fin anunciado, pues de un pasado violentamente inaudito, nos adentramos en un presente ciertamente reformado, mas no con el vil problema erradicado. Infinitud de libros nos relatan como por Dios mataron y murieron, como por su credo vencieron o fueron vencidos. La lucha entre religiones continúa fervientemente. No obstante esta eterna guerra no es como las pasadas, pues aunque asistimos a una batalla igualmente feroz, la de hoy, es altamente sofisticada. Una contienda agresiva encubierta de manera falaz.
El arma más perniciosa e importante de esta nueva guerra interreligiosa es la propagación de la mentira (inducción al error), seguida muy de cerca por de la tergiversación (Interpretación errónea) de la verdad. Ocasionalmente tal sofisticación bélica deja paso a arcaicos procederes, como el asesinato y la brutalidad surrealista (atentado islámicos).
La palabra es el arma más perspicaz y nociva, capaz de arribar a lo más profundo del corazón, y así destruirlo por completo. Así pues, los oradores son los brillantemente iniciados en esta arma, pues han sido entrenados para arrasar con sus balas, los argumentos. Estos argumentos están basados en conclusiones erróneas. Sin embargo un argumento (Razonamiento empleado para convencer a alguien, para demostrar o refutar algo) bien establecido puede ser increíblemente poderoso aún no siendo cierto. ¿ Cuál es el chaleco antibalas?, los argumentos de defensa. Estos se articulan por medio del análisis exhaustivo de la aparente conclusión lógica sobre la que descansan los argumentos de ataque. Estos demuestran dialécticamente (método de razonamiento que enfrenta posiciones diferentes para confrontarlas y extraer de ellas la verdad) la falsedad de las conclusiones que sostienen los perniciosos argumentos de ataque. Éstos jamás pueden contener verdades de luz, pues es intrínseco en ellos la oscuridad. Ningún credo ha de ingeniar argumentos de ataque en contra de otro, sólo argumentos esenciales de diferencia doctrinal.
Actualmente eminentes filósofos y líderes religiosos trabajan arduamente en la propagación de la verdadera y vital necesidad de una fraternidad interreligiosa, una hermosa fraternidad que preserve las esencias y diferencias de toda religión, pero que nos una en aras de afrontar los retos presentes y futuros. Una fraternidad universal de religiosos (personas que fundan las relaciones del hombre con la divinidad en la misma naturaleza de las cosas) que defiendan su genuino amor por lo sobrenatural. Un nuevo mundo donde todo credo (conjunto de doctrinas religiosas comunes a una colectividad), merecedor de respeto, sea loado y admirado por su singularidad y belleza.
Y para finalizar este humilde y breve tratado sobre la tolerancia, me gustaría transmitirles un sencillo pero reflexivo aforismo que he ideado en aras de sintetizar lo aquí expresado:
“Del amor por la diversidad nace la tolerancia plena”
1 comentarios:
La diversidad y la clasificación elementos cotidianos que muchas veces confundimos con juzgar y eso si que no se nos permite en esta cultura Occidental.
H E C R
Publicar un comentario