miércoles, 20 de noviembre de 2013

Para un español, es lo más parecido a estar en casa. El mediterráneo compartido hace que la luz y el azul predominantes nos resulten familiares. Incluso el idioma, escuchado de lejos, suena similar al nuestro.
Emociona pisar “La Acrópolis”, dónde siglos atrás filósofos, artistas y grandes pensadores contribuyeron a mejorar nuestra existencia. Recorrer “El Peloponeso”,“Olympia”, la anciana “Creta” , navegar al atardecer entre sus islas de aguas límpidas nos hace sentir como Dioses recién bajados del Olimpo. Es el Marenostrum que condiciona nuestros sentidos y nos hace llenarnos de su más íntima esencia de sal. Y como Ulises, siempre tendremos en nuestro pensamiento volver a Ithaca

                                                                       Lucía Sevila.  

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