sábado, 8 de febrero de 2014

Fue la enfermedad de mi padre una bendición que permitió acercar nuestros corazones. Con un cuerpo cada vez más debilitado, su alma bajó las defensas y pude encontrarme con ese humano sensible y amoroso que se escondía tras sus máscaras de autoritarismo.

El día que partió, supe que ese  cuerpo inerte era el disfraz de la obra de teatro que habíamos representado juntos en esta experiencia terrenal.
Finalizada la representación se liberó de los ropajes para,  ligero de equipaje, continuar su camino más allá de las estrellas.

Todo lo sucedido  durante nuestra vida en común fue necesario; estaba proyectado para que yo evolucionara, aprendiera, viviera más en plenitud tras su partida. Las lágrimas derramadas en una relación difícil se transformaron en diamantes de sabiduría ante la comprensión.
Y supe de todo el amor que recibí aún sin ser consciente de ello…porque, como decía Gabriel García Márquez….”solo porque alguien no te ame como tú quieres no quiere decir que no te ame con todo su ser”

Mariví

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