miércoles, 19 de marzo de 2014


La vida debería ser maravillosa, mas a pesar de estar repleta la creación de maravillas de belleza no descriptible, hallamos infinidad de tragedias conmovedoras día tras día. Todo ellos nos hace plantearnos si merece la pena haber nacido. ¿Para qué morar en un lugar donde la hostilidad y la maldad imperan por doquier?,¿es factible cambiar un mundo colmado de "conspiraciones secretas" con objetivos codiciosos?

Los seres humanos somos como granos de arena en una playa, individuos perdidos en un cosmos infinitamente inmenso. Un universo en incesante expansión, cuyas leyes superan nuestras capacidades mentales de comprensión. ¿Cómo puede un ínfimo humano concebir la extraordinariamente desmedida realidad (noúmeno)? ¡Qué misterio tan ancestral y abrumador! ¿Tendrían los místicos egipcios las respuesta a los enigmas que han atormentado a la humanidad desde el origen de los tiempos?,¿está en las pirámides el secreto mejor guardado por "nuestros Padres creadores"?

El magnánimo Immanuel Kant insistió en su célebre libro, "Crítica de la razón pura" acerca de la imposibilidad de la comprensión de los fenómenos que no tienen referente empírico". Y nunca olvidaré la magnífica y reveladora sentencia que el filósofo alemán nos legó: "La función de la metafísica es similar a la que desempeña la estrella polar, para el caminante nocturno que no esperar llegar a ella, pero que le sirve para estar siempre orientado al caminar". Si analizamos detenidamente esta frase, hallaremos una paz gloriosa en nuestra alma, pues hace una clara referencia a la fe, hemos de dar el primer el paso, y aunque no comprendamos inicialmente las verdades de Dios, debemos seguir el camino que Él nos marcó, aquel que lleva al "manantial sagrado". Un proceso arduo, pero como dijo el idealista Platón: "aprender es doloroso".

Jesús Kuicast

0 comentarios: