sábado, 29 de marzo de 2014


Mis queridísimos y leales lectores, en el día de hoy me aventuro benévola y respetuosamente a tratar un asunto espinosísimo que enfrenta a los dos eternos bandos ideológicos en los que se encuentra dividida nuestra amada España. Los años transcurren pero las cicatrices permanecen para siempre. Es posible perdonar, sin embargo no olvidar. Perdonar consiste en aceptar y asumir lo hecho por otro de manera nociva. Una vez ejecutado el perdón sincero, es factible recordar la desdicha sin sentirse desdichado.

Sin más dilación les revelaré que deseo escribir acerca del difunto poeta Miguel Hernández. Ese artista literario que durante décadas cayó en el olvido. El célebre poeta chileno Pablo Neruda le dedicó un hermoso poema a Hernández relacionado con el olvido del que éste fue preso póstumamente.

"Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!"
Pablo Neruda

Miguel Hernández nació en una humilde familia de la localidad alicantina de Orihuela. A pesar de los muchos impedimentos que su padre le impuso para poder nutrirse de cultura, Miguel leía a los grandes autores del siglo de oro; Garcilaso de la Vega, Lope de Vega, Pedro Calderón de la Barca, mas su principal maestro fue el laberíntico y enrevesado Góngora. Mientras el ganado pacía, bajo la reveladora sombra de un árbol mediterráneo, Miguel se adentraba a través de las palabras en universos literarios, formándose como el gran poeta que más tarde sería.

Con las alas al viento "el poeta de Orihuela" se trasladó al Madrid republicano de la época. Allí conoció a los grandes de la generación del 27, y traicionó a su novia oriolana, rompiendo la ley de castidad y siéndole infiel con la libertina pintora comunista Maruja Mallo. Josefina, quedó relegada a la categoría de "novia de pueblo", sumida en la ignorancia. Allí se cuenta que Miguel Hernández conoció gran cantidad de excesos pertrechados por sus compañeros "en las artes". Es muy conocido el rumor que afirma que Federico García Lorca no soportaba a Miguel Hernández por sus modales y vestimenta campechanos. Lorca era "muy suyo", no añadiré más.

Finalmente el bueno y humilde poeta oriolano fue atrapado por las fauces del partido comunista, y en plena guerra civil luchó contra el bando nacional, liderado por Francisco Franco. Su implicación tan explícita en política le costó la vida. Una vez ganada la guerra civil española por el bando nacional, fue trasladado de prisión en prisión hasta que desafortunadamente enfermó de tuberculosis y al poco tiempo falleció. Su mujer, Josefina Manresa quedó viuda con un hijo del poeta en su regazo. Sufrió la repulsión de los legítimos vencedores por ser la difunta del "rojo  Miguel Hernández."

Al preso poeta se le ofreció la privilegiada opción de firmar un documento en el cual renunciaba a cualquier ideal comunista, y acataba el nuevo régimen impuesto por victoria, a cambio de su lealtad al régimen franquista saldría en libertad. Él prefirió mantenerse firme en sus credenciales hasta el final, aun costándole la vida. Una decisión inconsciente y egoísta bajo mi humilde punto de vista, pues la viuda de un rojo con un niño no tenía un futuro demasiado alentador...


Artículo escrito por Jesús Kuicast

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