lunes, 24 de marzo de 2014

Fotografía tomada poFernando Jiménez Briz
Leo con indignación pero poca sorpresa que las marchas por la dignidad de Madrid se acabaron cobrando más heridos entre los policías que entre los propios manifestantes. Indignación, porque los policías, meros trabajadores, jamás deberían haberse convertido en el malo de la película. Poca sorpresa, porque no han sido pocas las manifestaciones pacíficas en las que gente inocente acabó herida o al borde de la muerte por ejercer su menguante derecho a manifestarse. Pocas cosas hay más peligrosas que un animal acorralado, y pocos animales hay más peligrosos que el ser humano.


Recuerdo una conversación con un colega abogado, en la que varios estábamos hablando de las barbaries de la antigüedad (especialmente las recogidas en la Biblia), y llegamos al código de Hammurabi, el “ojo por ojo, diente por diente”.


---Ese código en realidad fue un gran avance para su tiempo. Antes de eso, si alguien mataba a tu hijo, tú podías matarle a él, a su mujer, a sus hijos y quemarle la casa. Fue la primera ley que puso límite a la venganza que podías tomar contra el que te había hecho daño.


No está en la naturaleza humana distinguir claramente al culpable, elegir cuándo se debe ejercer legítimamente la violencia, y en qué medida. Igual que una cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones, una masa es tan inteligente como el más inteligente de ellos, y es fácil encontrar contraintuitivo el quedarse impávido como un tonto mientras te agreden.


---A Gandhi en España le habrían roto el culo.

Probablemente tenga razón, y ese sea realmente el problema. Que algunos ven agotarse sus vías pacíficas, y la Educación que debería ilustrarlas se sigue recortando hasta la saciedad, como todo lo demás.

Carga en La Parrilla de San Lorenzo






Emc

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