España necesita un cambio. Uno de verdad. No un
remiendo hecho por políticos asustadizos más preocupados de su imagen que de
las necesidades reales de nuestra Nación. Un cambio. Una solución a un sistema
acuciado por sus defectos. Defectos que se han ido tapando, ignorando o que
simplemente se han mantenido porque interesaba que existieran.
Es necesario proponer una nueva forma de actuar que priorice siempre
los intereses y necesidades de España, dejando a un lado conveniencias
electorales, partidistas o regionalistas. Ya está bien de escuchar palabras
vacías, tónica general a lo largo de demasiados años de decadencia brutal. A
los españoles les invade la desesperanza cuando ven como nadie tiene el valor
para encarar de forma seria, valiente y responsable las crisis de España. Y
digo crisis, porque no vivimos solo una crisis económica. Estamos ante
colosales crisis sociales, institucionales, democráticas, de valores…
Gracias a Helios y Sapentia, comienzo una andadura
donde pretendo romper esquemas. En épocas turbulentas, como la que nos ha
tocado vivir, la gente tiende a reafirmarse en ideas erróneas, buscando
soluciones donde no las hay y acercándose a tendencias ideológicas que prometen
al pueblo todo lo que le gustaría tener, por muy alejado que esté de la
realidad. Es inevitable que los comportamientos irresponsables se arremolinen
en torno a la crisis buscando sacar tajada de una u otra manera. Podría
arremeter contra personajes políticos y partidos que se comportan así, al igual
que podría criticar a todos aquellos ciudadanos que abordan asuntos políticos y
sociales de manera superficial e inconsciente. Pero no es lo que pretendo en
este artículo.
Mi intención no es únicamente señalar los problemas,
tal y cómo he hecho al principio. Tampoco voy a decir lo que a la mayoría le
gustaría escuchar. La clave en el análisis político es hacer que el lector se
replantee las cosas, lograr que adquiera distintas perspectivas de un asunto o
al menos, llamar su atención con diagnósticos y remedios alejados de su propia
percepción. Siempre resulta más accesible poner en cuestión ideas que
principios. Si con mis argumentos no logro hacer tambalear unos cimientos
ideológicos, tarea ardua cuanto menos, me daré por satisfecho si como mínimo derrumbo
algunos de los planteamientos políticos concretos que nos acechan actualmente.
Para mí, España es lo primero, lo segundo y lo
tercero. Después viene todo lo demás. El espíritu patriótico (que tanta falta
hace) es mi principal seña de identidad. Lo normal sería que este fuera el
principal nexo de unión con la mayoría de lectores, pero en este país, nada es
normal ahora mismo. Y por ese motivo estoy aquí, dispuesto a señalar y a
proponer.
Artículo escrito por Adrián Nicolás Doblas
0 comentarios:
Publicar un comentario