La
cercanía de las elecciones europeas, cuya campaña electoral ya ha comenzado, ha
reactivado o intensificado algunos debates y aspectos sociopolíticos de cierta
relevancia. He querido centrar hoy mi atención en un dato revelado por la
última encuesta del CIS sobre la abstención política.
Según
el sondeo, un 23,8 % de los ciudadanos tiene claro que no acudirá a votar en
las próximas elecciones y un 20,6 % aún no lo ha decidido. Por tanto,
estaríamos hablando de unos niveles de abstención cercanos al 45 %, casi la
mitad del electorado.
Bajo mi
juicio, el tan generalizado “movimiento abstencionista” es incomprensible. En
esta corriente encontramos personas con motivaciones muy variadas, pero yo
destacaría dos grupos: uno formado por aquellos que no tienen ningún interés en
la política, están totalmente desinformados y no acuden a votar por pura
indiferencia, y otro en el que se incluye toda esa gente desilusionada,
indignada o frustrada con la situación actual que se niega a ir a votar al no
sentirse representada por ningún partido o como muestra de rechazo al sistema.
La
democracia, que tantos derechos otorga al ciudadano, conlleva también una serie
de obligaciones que en este país muchos tienden a pasar por alto. Que la
soberanía esté en manos del pueblo implica tener derecho a voto, pero entraña
también una obligación y una responsabilidad enorme. Esa obligación es acudir a
las urnas, asumir la responsabilidad de decidir quién queremos que gobierne
nuestra Nación y gestione lo público, lo que es de todos.
Es conveniente
que los españoles abandonen esas actitudes abstencionistas. No me parece
correcto la actitud pasota hacia la política, y más teniendo en cuenta que lo
que se decide es el futuro de todos, incluido el propio. Pero tampoco estoy de
acuerdo con aquellos que muestran su descontento no votando. Ese descontento
hay que plasmarlo en las urnas, acudiendo a votar, utilizando los métodos que
la democracia nos ofrece.
En estas
elecciones, los ciudadanos tendrán una gran cantidad de partidos entre los que
elegir, de todas las ideologías y con propuestas diversas. Elegir de manera
responsable a aquellos que van a configurar el Parlamento europeo es vital,
puesto que ya conocemos la gran interacción existente entre la Unión Europea y
los estados miembro y la influencia que tienen las políticas marcadas por la
unión en nuestras vidas
Desde
aquí, animo a todos los españoles a asumir su obligación de decidir. Si de
verdad valoramos la democracia, habrá que demostrarlo involucrándonos en ella.
Si no, este sistema no tiene sentido.
Artículo escrito por Adrián Nicolás Doblas.
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