lunes, 18 de agosto de 2014


Estimados e ilustres lectores, después de un turbio descanso estival retorno a mi labor habitual. La gloriosa tarea de iluminar a aquellos que han caído en el valle de las sombras. En este periodo vacacional he tenido la sublime oportunidad de meditar acerca de las contrariedades que acaecen en el cosmos continuamente. Nos hallamos inmersos en una creación preciosa, un regalo indescriptible de Dios; nuestro Señor. Sin embargo la necedad humana ha logrado transformar el paraíso inicial en infierno abismal. Mediante los medios de comunicación podemos contemplar como el mundo se desintegra paulatinamente. como bien vaticinaban las sacras revelaciones proféticas de San Juan. Clarividentes lectores, el tema que hoy me concierne es de vital trascendencia, por lo que les recomiendo con ejemplar humildad que tomen en consideración mis cristianas recomendaciones.

Actualmente la secularización de la población mundial es un hecho cada día más evidente; niños, jóvenes y ancianos pasean por las grandes ciudades (o valles sombríos) del planeta con el mero objetivo de experimentar la viciosa cultura del ocio. Una tendencia existencial que cede paso al pecado, la infernal propensión a la apertura individual y colectiva de las puertas sagradas. Estas puertas una vez abiertas jamás podrán ser cerradas. Aquel que con soberbia y desdén desafíó a Dios se adentra en los corazones humanos propiciando la formación de una tormenta ideológica, apoderándose así de la libertad humana. El Todopoderoso pudo crear una humanidad esclava y predeterminada, mas quiso establecer el principio cósmico del libre albedrío, concediendo a los "seres de inteligencia avanzada" la elección entre el sendero que lleva a la vida, o la senda que lleva a la sempiterna perdición. Satanás y sus ángeles malditos intentan encolerizadamente demostrar desde tiempos inmemorables, que los seres humanos no merecieron el esfuerzo creativo amoroso de Dios. Satanás y sus demonios fueron privados del sumo privilegio de tener cuerpos materiales propios, por lo que recurren a las posesiones para materializarse y atacar a los hombres que han dejado de amar a Dios por soberbia intelectual, y que incluso osan arremeter descaradamente contra Él, en nombre del progresismo-autosuficiente-humano. Son blancos fáciles, pues El Diablo ha cosechado un gran éxito que se ha consumado en los últimos siglos: hacer creer al mundo que no existe. ¿Cómo defenderse de un enemigo que supuestamente no tienes, porque no existe?

El fin de los tiempos se acerca, y cada humano debe esforzarse por practicar fervientemente la adoración al Señor, orar desde el corazón, respetar los mandamientos, en definitiva: seguir las leyes que Dios nos ha proporcionado generosamente. Ha arribado el excelso instante de portar las cruces doquiera que estemos; pues tenemos la firme obligación cristiana de mostrar al mundo cuál es el símbolo de la luz universal. Aquellos que lleven consigo una cruz como mero adorno, sufrirán castigo por trivializar con los asuntos concernientes al Padre del Universo.

Queridos hermanos y hermanas, yo os exhorto a amar a Dios intensamente, a regocijaros en su divinidad, a experimentar la plenitud espiritual.

Artículo escrito por Jesús Kuicast.

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