Estimadísimos y nobles lectores, un día más me hallo en plena cordura en
aras de cumplir con el menester que me ha sido encomendado desde las alturas.
Muchos reirán ante tal afirmación excelsamente espiritual, propia de un
megalómano, mas sus mercedes han de comprender que la verdad jamás debe ser
ocultada, aunque parezca vanagloria para el mundo y "los mundanos".
El tema que hoy me concierne es atractivo e interesante para las mentes
clarividentes, así como para las necias también. Sin más dilación procederé a
exponer mi breve tratado sobre la recién estrenada película "El Niño", dirigida por el director español Daniel Monzón. Entre sus
protagonistas encontramos al aclamado Luis Tosar, y a un joven promesa del cine
español y quizá del internacional algún día: Jesús Castro, alias "el azul
de mirada".
Como de costumbre me disponía a salir a caminar, pues había de sacar a mi
querido perro a pasear por las elegantes calles de la ciudad levantina. Sin
embargo alguien interrumpió súbitamente mis planes, una mujer entrañable y
amorosa; mi madre. Juntos determinamos-en consenso- asistir al cine a
visualizar el filme que está causando furor en la taquilla nacional. Sin más
demora nos dispusimos a contemplar la que denominan como "nuevo éxito de
la temporada". Unas palomitas acarameladas endulzaban mi paladar y
posibilitaban mi relajación total, aquello que es coloquialmente llamado "desconexión".
El argumento fílmico comenzó a desarrollarse con celeridad, provocando una
suerte de "estado de alerta" en los espectadores.
Un joven gaditano e inmaduro visita África en apenas unos minutos, un joven
sin miedo, dispuesto a realizar travesuras para alterar la monótona rutina. Con
una moto de agua y el valor suficiente para ello, "El niño" cruza el
estrecho maldito que separa el mundo aventajado y bendecido del mundo
"olvidado por Dios". Daniel Monzón nos muestra una historia inocente
pero apasionante; un cuento sin hadas pero con magia. Una fábula que nos expone
de manera cruel y paulatina como el "dios dinero" puede confundir a los
huamanos que han sucumbido a la ingenuidad más lúgubre. Almas persuadidas por
la lujuria de un mundo gobernado por el príncipe del caos. ¿Qué es la libertad?
Sueño para muchos; desconcierto perturbador para otros. La mirada azul celeste
de un hombre confluyendo con la ardiente pasión de unos ojos negros. El olor del
castaño cabello bañado en sal envolviendo la cara más auténtica del ser humano.
Para concluir me gustaría recomendar sobremanera esta producción española,
pues sin llegar a sentir las grandes emociones de las americanadas, se siente y
se huele la tierra del toro.
Artículo escrito por Jesús Kuicast.
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