miércoles, 10 de septiembre de 2014


Queridísimos y fieles lectores, ¿no es más cierto que más vive el que menos lo anhela? Sus excelencias se cuestionarán lo extravagante de tal reflexión, mas aguarden mis devotos seguidores, todo en esta vida tiene su preciso momento. Me hallo en un estado supramental que me permite la sublime licencia de proseguir con mi gloriosa labor articulista. Debo dar gracias a la Santísima Virgen María sempiternamente, pues sin su dulzura ejemplar jamás podría ni contemplar la poderosa idea de continuar con el menester que me ha sido encomendado por la jerarquía alterdimensional. El asunto que hoy me dispongo a tratar es colosamente polémico, excesivamente hiriente para una gran parte de la población española. Mas no temeré aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo: Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Sin más dilación procederé con este breve tratado-preludio de lo que será mi cuarto libro publicado-, a exponer tal espinoso asunto: Francisco Franco, el gran místico de occidente.

Actualmente estamos habituados a leer, ver y escuchar como Francisco Franco Bahamonde fue un dictador genocida y protervo, amigo del loco dictador alemán Hitler. El posmodernismo filosófico nos bombardea explícitamente con la vil idea de que el Generalísimo de España fue un dictador diabólico que gobernó España con mano de hierro durante cuarenta años , con la frecuente utilización de métodos opresivos, violentos y macabros. Todos los medios de comunicación, dominados por el contubernio judeo-masónico-comunista han aunado fuerzas para reescribir la historia, y así presentar al que fuera Centinela de Occidente, como un dictador desalmado. En este artículo trataré de enfocarme en el reconocimiento del Caudillo como un gran cristiano católico, familiarizado con el misticismo. Muchos se han aventurado a insinuar que el difunto jefe del estado era homosexual, o que su voz era aguda por carecer de uno de sus testículos. Blasfemias en contra de un hombre que dio la vida por su país, por establecer la paz en un territorio dominado por una república corrupta y abusiva. Franco luchó en África, demostrando su gran entereza y honor para con la adversidad. En el norte de España su fama se extendió, los periódicos vitoreaban al caudillo victorioso, aquel que no conocía el temor.

Después del golpe de estado, el bando nacional inició una contienda que finalizó en 1939 con la total derrota del bando republicano. No obstante, con anterioridad he mencionado mi firme intención de no inmiscuirme en exceso en las cuestiones bélicas de este conflicto, pues el fundamento de este artículo es demostrar el amor que El Caudillo sentía por Dios, manifestando así públicamente que Franco no era un ser demencial con paranoias divinas. El generalísimo de los ejércitos amaba a su familia, y disfrutaba jugando con los niños cual jovial hombre hogareño. Don Francisco acostumbraba a orar, a escuchar música y a leer historia; era un hombre pulcro y bello, dedicado en cuerpo y alma a su país mediante Dios. Doña Carmen Polo fue su virtuosa esposa, siendo ampliamente admirada por su excelso virtuosismo y por su modesta elegancia.

No es mi cometido juzgar si la persecución constante que el gobierno franquista ejerció sobre los que perdieron la guerra, el bando republicano (también denominados "rojos") fue necesaria como medio para llegar a un fin. No está entre mis fines reabrir heridas ya cicatrizadas, mas ejerciendo mi derecho de plena libertad de expresión, anhelo manifestar mi opinión acerca del que fue líder de España durante cuatro décadas. Retornado al cometido que me ocupa, Don Francisco fue un católico ferviente. De facto portaba consigo en sus viajes una hermosa capilla portátil con su respectivo capellán acompañando las travesías de su excelencia. El Caudillo amaba a Cristo, y respetaba a su Iglesia en la Tierra. Durante muchas décadas se ha publicado que Franco no fundó ninguna corriente ideológica propia, sino que en el inicio de su regencia nadó entre dos ideologías político-sociales: el nacional-catolicismo y el falangismo de José Antonio Primo de Rivera. Esto es absolutamente cierto. Los fascistas siempre fueron un estorbo para Franco, pues ellos siempre desearon con su asiduo fanatismo la creación de un estado nacional-sindicalista. Con el paso del tiempo, Franco consiguió desligarse paulatinamente de tamaña errada organización racista-xenófoba. La Iglesia católica vivió un periodo de esplendor durante la democracia orgánica franquista, pues tuvo un papel sustancial en la vida de los españoles, aunque no debemos obviar que cometió algunos abusos injustificados. Franco siempre creyó que la Providencia divina lo había colocado a la cabeza de la gran España en aras de desempeñar un cometido salvífico.

El gallego más célebre de todos los tiempos erró en demasía en sus políticas restrictivas, por temor a la insurrección comunista. Pero las puertas de las Iglesias estuvieron abiertas para todos aquellos que decidiesen renunciar a la pérfida ideología marxista, y así ser redimidos de sus pecados. Con el paso del tiempo y los acontecimientos acaecidos la humanidad ha experimentado que el comunismo ha sido un virus letal, así lo atestiguan aquellos que lo han sufrido. Francisco Franco siempre supo que Juan Carlos I no continuaría con el régimen, porque Franco sabía que todo tiene un principio y un fin. En una entrevista a un medio extranjero Franco afirmó que su legado a España había sido el establecimiento de la clase media. ¡Un militar de su tiempo y un gran místico!


Artículo escrito por Jesús Kuicast.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El mejor gobernante que ha tenido España.

Anónimo dijo...

Comento como anónimo por mi ignorancia informática de hacerlo con mi nombre y apellidos, que en todo caso doy con mucho gusto: José Antonio Cadahía.
Comparto por completo el retrato del Generalísimo como un ferviente y obediente católico. Me apena la calificación del nacional-sindicalismo como organización racista-xenófoba. Creo firmemente que se hace por puro desconocimiento, pero si algo tenían en común el Caudillo y José Antonio Primo de Rivera era su acrisolada Fe. Lea a José Antonio, y si encuentra el menor rastro de racismo o xenofobia me encantará discutirlo con Vd. Por el contrario, el régimen de Franco encontró en esa ideología las bases para una legislación social como no ha conocido España nunca antes ni después. Atentamente.