La familia, organización fundamental en proceso de extinción.

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Omnímodos y loables lectores, me perpetuo en la línea espacio-temporal. En el soleado día de hoy me dispongo a tratar sobre aquellos asuntos que son responsables de arduas polémicas; temas abordados por mentes con diferentísimas cosmovisiones. No es para mí de agrado en demasía la verdad que hoy me ha sido encomendada transmitir de una sublime forma escrita. Sin embargo mis serenísimas excelencias, he de procurar realizar el menester que me ha sido encomendado desde las alturas. Hoy me aventuro a tratar sobre la relación amorosa  entre un hombre y una mujer (familia potencial), siempre a la luz de las Santísimas Escrituras.

Cada día el número de divorcios aumenta exponencialmente en el mundo occidental; atrás quedaron aquellos tiempos en los que el "si quiero" era un juramento vitalicio. De manera frecuente los unidos bajo el sacramento del matrimonio se percatan de que se equivocaron terminantemente a la hora de seleccionar a la persona con la que deseaban pasar el resto de su vida mortal. Es bien sabido por todo individuo ducho en los artes de la existencia, que nunca se llega a conocer plenamente a una persona, pues ni nosotros mismos somos capaces de conocernos en toda nuestra complejidad dimensional. No obstante, muchos devotos lectores comenzarán a cuestionar el motivo por el cual los matrimonio eran fructíferas empresas en el pasado; juntos hasta la muerte, arropados por una gran progenie. La sociedad contemporánea se halla en un estado caído, después de miles de años, el Príncipe de las Mentiras ha logrado su ansiado objetivo, destruir la estructura básica de la sociedad civil y espiritual.

La nueva corriente ideológica posmoderna propugna el individualismo, el hedonismo, el consumismo y demás trastornos psicofísicos. Como en precedentes artículos expliqué, el respeto a los preceptos prenupciales han desaparecido; somos testigos de como dos novios que han violado el precepto de castidad son casados con honores. La necesaria y áurea elevación de la conciencia ha sido impedida, ya que los grandes dominadores de este "sistema de cosas" desean mantener al populacho en la supuesta era de la ilustración tecnológica (ignorancia disfrazada), ya que este pernicioso proceso evolutivo tecnológico se ha apoderado de las mentes borregas, convirtiendo a los seres humanos en meros esclavos de la tecnología ociosa. Casi diariamente aparecen nuevas páginas webs y aplicaciones para smatphones relacionadas con la búsqueda del hombre o mujer ideal para pareja, para fornicación o para un híbrido denominado "amistad fornicante". Mis queridos lectores, me hallo indignado ante tal realidad evidente, pues la trivialización social anuncia el principio de una humanidad esclavizada por los grandes conspiradores secretos.

Las colosales corporaciones audiovisuales se encuentran bajo el yugo de logias masónicas secretas, organizaciones secretas que procuran el control de la humanidad bajo un nuevo orden mundial. Muchos escépticos en estos momentos se echarán las manos a la cabeza, mas para todos ellos va dedicada esta máxima: "Piensa mal y acertarás." Ahora muchos iniciados en la iluminación comprenden las palabras del que fuera Caudillo de España: "Eterna lucha contra el contubernio judeo-masónico-marxista". 

El matrimonio es una estructura social fortísima, ya que no sólo es social, sino que es espiritual en esencia. La naturaleza sustenta los designios divinos en la mismísima biología. En la familia católica renovada, todos los miembros de esta divina colectividad tienen voz y voto, pero respetando sus roles y el orden de los mismos, dentro de tan sana y natural organización. La figura del "Padre de familia" ha sido sustituida por el "Los guías de familia" consiguiendo de este modo mayor cohesión entre miembros familiares. Todos los miembros de la familia son sujetos activos en la gran tarea de dirigir el rumbo familiar, guiados siempre por los que poseen mayor sapiencia, que son o debieran ser los padres. Este nuevo y más participativo modelo de familia cristiana garantiza la no frustración de las partes del ente familiar. Sobre la roca de la fe cristiana ha de edificarse "la iglesia familiar", que es expresión viva de vida amorosa, anhelada por nuestro Padre Celestial que nos ama de inconmensurablemente. Alabado sea el Señor, Dios del Universo.

Satanás y sus demonios pretenden evitar desde el inicio la formación de la familia. Invadiendo la mente de los novios que con respeto mantienen la continencia sexual en aras de respetar los preceptos divinos. Su ataque es sutil y perspicaz, ensuciando la mente de los pretendientes y provocando la propensión a romper con la castidad prenupcial. Aquellos que sucumben al susurro de la serpiente, están destinados a divorciarse, con las graves consecuencias que esto comporta. Niños inmersos en un entramado familiar laberíntico; pequeños sometidos a la desestructuración. El mejor de los divorcios es aquel que no afecta a terceros, pero el falso matrimonio se prolonga en el tiempo trayendo hijos al mundo en la mayoría de los casos. Un matrimonio sólo debe tener un hijo cuando este es fruto de la consolidación amoroso-espiritual, en caso contrario es una inconsciencia. Para concluir este párrafo citaría la máxima: "Lo que mal empieza, mal acaba." 

Es tarea de todo ser humano que conozca La Verdad (verdad=cristianismo) guiar a sus hijos a través de las páginas de Las Santas Escrituras. El conocimiento, comprensión, asimilación y puesta en práctica de los diez mandamientos a temprana edad es garantía de vida adulta provechosa y rebosante de amor. La praxis del decálogo sagrado nos provee de una armadura áurea, asegurándonos siempre una vida en libertad y felicidad, aunque esta se desarrolle en una cárcel. Es tarea de un estado guiado por Dios establecer la obligatoriedad del cristianismo como pilar fundamental de la educación. La disciplina severa pero dignificadora es atributo fundamental de todo educador o guía. Del orden emana la luz así como del desorden surge el caos.

Queridos hermanos y hermanas, yo os exhorto a iniciar una relación amorosa basada en el cumplimiento de los preceptos cristianos.

Artículo escrito por Jesús Kuicast.