Estimados y perspicaces lectores, un
día más me hallo dispuesto a propagar mis ideales, fruto de la razón iluminada.
Son muchos los comentarios positivos de agradecimiento que arriban
constantemente, pues la gente del mundo aplaude complacida, mi tarea
articulista así como mi valentía ideológica. Jamás podré negar que el número de
anti-kuicásticos aumenta considerablemente, mas ésta es la consecuencia lógica
de ser un librepensador nato; con la ayuda imprescindible de la santísima
Virgen, estoy inmerso en la formación de una escuela de pensamiento católico
tradicional, a pesar de hallarme injuriado incesantemente por la sociedad
posmoderna. Tantas y variadas teorías físicas y filosóficas que osan negar a
nuestro Señor, tantos y tantas que como borregos ciegos siguen a líderes
malignos, aquellos que rigen el nuevo orden mundial. El contubernio
masónico-marxista-ateo-nihilista manipula al mundo a través de sus amplios
medios de difusión educativa e informativa. Fidedignos lectores, en el día presente
me dispongo a tratar un asunto sumamente bello; es tal su fulgor y gloria
que apenas admite descripción escrita. Mas no me daré por vencido en esta
sublime tarea, y en un esfuerzo heroico intentaré plasmar lo que siente mi
corazón. El tratado que hoy me dispongo a abordar está dedicado con excelsa
reverencia a la Santísima Iglesia Católica Apostólica Romana.
En la actualidad la secularización de
occidente es un hecho evidente. Cada día son más los que ignoran a Dios nuestro
Señor. Jóvenes y Señores que han olvidado al Dios que les concedió el milagro
de vivir. España atraviesa uno de sus peores momentos históricos; una crisis
económico-social titánica destruye los cimientos corroídos de una España que se
hunde paulatinamente. Un pueblo que gozó de felicidad cristiana se transforma
en polvos de mortuoria ceniza. La nación ha perdido el rumbo, y con ella los
componentes de la misma. Formaciones políticas de extrema izquierda amenazan
seriamente con sus futuras medidas a la institución de Dios en la Tierra: La
Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, la casa que Dios encomendó gobernar a
Pedro y a sus sucesores hasta el final de los tiempos está siendo atacada sin
tregua. La ilustración europea, emergente en siglos pasados, fue el primer
veneno insertado en las mentes de los pueblos occidentales. La Santa Iglesia
sobrevivió a tal movimiento ideológico, al igual que derrotó y desterró al
demoniaco comunismo de Europa en el siglo pasado. Los gobiernos contemporáneos
se jactan de haber erradicado la analfabetización de sus naciones, mas no
reparan en que también han exterminado a "guardianes y salvadores de
almas". En la escuela los niños aprenden las ciencias y disciplinas
básicas, en los institutos las perfeccionan, y finalmente en la universidad las
conocen en esencia. Sin embargo, ni estas instituciones ni sus miembros tienen
la más remota idea de cómo instruir en la magnánima ciencia del alma.
Me aventuraría a afirmar vehemente que
en un templo católico cristiano se aprende más en una hora que en una universidad
en veinte años. En la sagrada eucaristía el pan y el vino mediante la
transubstanciación se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo. Cuando
participamos de este sacramento, nuestro corazón se abre para recibir a Cristo
resucitado, y nuestra mente se ilumina por medio de la santa revelación, transmitida
por el Altísimo. Todo cristiano precisa de acudir a la morada de Dios para
celebrar su muerte y resurrección. Las palabras del sacerdote rezuman sabiduría
y gloria, pues una homilía sacerdotal proporciona al creyente sabiduría
sempiterna, emanada de Dios. Los templos católicos están ornamentados con los
mejores materiales que posee nuestra Tierra, pues...¿no es más cierto que hemos
de ofrecer a Dios lo más valioso de este planeta? El Espíritu Santo impera en
las moradas terrenales de Dios, sosegando el alma y apaciguando la mente de los
bienaventurados fieles. ¡Qué gozosos momentos son aquellos en los que se tiene
el privilegio de observar el arte que nos recuerda a Cristo crucificado, a La
Santísima Virgen y a los Santos...! La eucaristía es el alimento espiritual
cristiano, así como La Madre Iglesia es la Universidad terrestre de Dios. Los
sacerdotes son los representantes de Cristo en la Tierra, y como bien exhortaba
San Josemaría Escrivá de Balaguer, deben ser respetados con esmero. Pues le
debemos tanto a aquellos que abandonan las trivialidades de este mundo marchito
para entregarse por completo a la misión divina.
Los cristianos no hemos de obviar los
pasajes bíblicos en los que se nos exhorta a predicar el evangelio en todo
momento y lugar. La verdad no nos fue proporcionada para mantenerla en secreto de
manera hermética, sino para comunicarla a todos los hombres y mujeres del
mundo. Serán muchos los que por predicar la verdad cristiana habrán de padecer
infinidad de humillaciones, mas no temáis hermanos en Cristo, pues el rechazo
absoluto a Cristo es signo de ignorancia o de soberbia; y en tales
circunstancias amargas debemos sentirnos más cercanos al Señor: “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame,…” (Mateo 16:24). Nuestro redentor nos bendice y
protege doquiera que nos hallemos, su cruz es sol para los ciegos y espada para
los malvados. El Santo Padre nos invita a portar la cruz física y espiritualmente
siempre con nosotros. La gente debe saber que somos cristianos y que nos
sentimos pletóricos por ello, ¿hay mayor alegría que servir a La Verdad?
En muchas ocasiones
los medios de comunicación sensacionalistas se aventuran a difamar a los
miembros de La Iglesia por sus declaraciones, ya que éstas constan de
argumentos ciertamente contrarios a los erróneos planteamientos posmodernos
existenciales. Estas empresas manipuladores que sólo persiguen dinero, son
expertas en manipular la información y descontextualizarla, para así poder
crear escándalos e injuriar a los siervos de Dios. Monseñor Juan Antonio Reig
Pla, Obispo de la diócesis de Alcalá de Henares, es víctima frecuente de
vejaciones y escarnios públicos por sus sinceras declaraciones sobre diversos
asuntos morales. Un prelado valiente que no permite que el príncipe de las
mentiras lo intimide. Un obispo excepcional que no tiene pelos en la lengua
para proferir cualquier tipo de declaraciones que considere oportunas y
necesarias para salvaguardar la verídica cristiandad. Como este sabio prelado,
otros muchos son víctimas del acoso mediático, auspiciado por el
anticlericalismo posmoderno. En diversas ocasiones he tenido la gran
oportunidad de cuestionar a individuos acerca de su relación con Dios. La gran
mayoría nunca lo conocieron, y otros admiten amarlo y respetarlo; pero reiteran
la famosa y contraproducente muletilla: "creo en Dios pero no en la
Iglesia", ya que según sus equívocos razonamientos, la institución
eclesial es anacrónica. ¡El mismísimo Dios fundó La Iglesia para servirnos de
ella hasta el fin de los tiempos! ¡Sirvámonos de su sabiduría cristiana! ¡Dios
quiere que frecuentemos sus templos!
Encuentro
especialmente interesantes a aquellos individuos que manifiestan de manera
desconsiderada su total indiferencia con respecto a la divinidad y a los
asuntos ligados a ella. ¡Tibios y cobardes! ¿Preferís la ignorancia a la
verdad? Sabed que la ignorancia no exime de culpa, y que ante el tribunal
celestial rendiréis cuenta en el áureo día de la justicia universal. Durante un
periodo de tiempo de mi vida estuve alejado de la oración mariana, pues
consideraba que era un acto reiterativo rogar a la Santísima Virgen. Sin
embargo siempre ha tenido lugar en mi corazón, ocupando el arquetipo de madre
perfecta. La Virgen es poderosa, amorosa, piadosa y pulcra; siempre que la
invoquemos su dulzura celestial y su poder maternal inundarán nuestros
corazones. Muchas confesiones cristianas, han basado sus argumentaciones teológicas
en falaces interpretaciones de las Santas Escrituras. La mayoría de las
confesiones cristianas protestantes, restauracionistas y demás, han incurrido
en un imperdonable error: han relegado a María a un plano humano y meramente
anecdótico. Todas estas confesiones cristianas no han comprendido el poderoso
papel místico que juega La Virgen en la vida de los humanos. Ella es el camino
hacia Cristo, pues sólo desde el amor maternal y altruista más puro puede
vislumbrarse desde los ojos del corazón la esencia de Cristo resucitado.
Algunos "sabidos mundanos" se aventuran a elucubrar conjeturas que
ponen en duda la virginidad de María, así como la del propio Jesucristo. Estas reflexiones
no tienen ni base histórica ni sentido teológico. María engendró a un niño por el poder del espíritu santo, y
quedó consagrada en cuerpo y alma a la causa de Dios Padre. En lo relativo a la
posibilidad de que Jesús estuviese casado o mantuviera relaciones sexuales, he
de afirmar que es una posibilidad absolutamente nula, pues Jesús era perfecto;
por consiguiente ajeno a los deseos humanos imperfectos y carnales. Jesús es
Dios hecho hombre. La hipótesis herética que sugiere la posibilidad de que
Jesús de Nazaret tuviera relaciones sexuales es pura blasfemia y herejía
consciente. El mundo se halla repleto de sectas cristianas que interpretan
inadecuadamente las santas escrituras, llevando a los acólitos de las mismas a
practicar y predicar discursos falaces, pues parten de premisas incorrectas.
Mas todo esto no cesa aquí, pues existen "maestros espirituales" que
garantizan que Jesús estuvo casado con María Magdalena y tuvo descendencia.
¿Acaso un ser perfecto, consciente de su crucifixión, se casaría y tendría
descendencia sabiendo el daño y la soledad que habrían de padecer tras su
muerte en una época tan complicada? Su mujer y progenie sería perseguida y
torturada. Así pues tal teoría cae por su propio peso. Un ser perfecto actúa de
manera perfecta y justa, no permitiendo el sufrimiento ajeno. Él mismo acogió
el sufrimiento ajeno, el de toda la humanidad para darnos una nueva
oportunidad, forjando una nueva alianza.
Queridos hermanos y
hermanos, yo os exhorto humildemente en el sagrado nombre de Cristo a volver a
casa. Os convido a asistir a misa y a deleitaros con las palabras del
evangelio. Saciad vuestra hambre espiritual con La Verdad, y no permitáis que
falsos maestros os alejen de nuestro Redentor. En el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
Artículo escrito por Jesús Kuicast
1 comentarios:
Amen
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