miércoles, 8 de octubre de 2014


Estimados y perspicaces lectores, un día más me hallo dispuesto a propagar mis ideales, fruto de la razón iluminada. Son muchos los comentarios positivos de agradecimiento que arriban constantemente, pues la gente del mundo aplaude complacida, mi tarea articulista así como mi valentía ideológica. Jamás podré negar que el número de anti-kuicásticos aumenta considerablemente, mas ésta es la consecuencia lógica de ser un librepensador nato; con la ayuda imprescindible de la santísima Virgen, estoy inmerso en la formación de una escuela de pensamiento católico tradicional, a pesar de hallarme injuriado incesantemente por la sociedad posmoderna. Tantas y variadas teorías físicas y filosóficas que osan negar a nuestro Señor, tantos y tantas que como borregos ciegos siguen a líderes malignos, aquellos que rigen el nuevo orden mundial. El contubernio masónico-marxista-ateo-nihilista manipula al mundo a través de sus amplios medios de difusión educativa e informativa. Fidedignos lectores, en el día presente me dispongo a tratar un asunto sumamente bello; es tal su  fulgor y gloria que apenas admite descripción escrita. Mas no me daré por vencido en esta sublime tarea, y en un esfuerzo heroico intentaré plasmar lo que siente mi corazón. El tratado que hoy me dispongo a abordar está dedicado con excelsa reverencia a la Santísima Iglesia Católica Apostólica Romana.

En la actualidad la secularización de occidente es un hecho evidente. Cada día son más los que ignoran a Dios nuestro Señor. Jóvenes y Señores que han olvidado al Dios que les concedió el milagro de vivir. España atraviesa uno de sus peores momentos históricos; una crisis económico-social titánica destruye los cimientos corroídos de una España que se hunde paulatinamente. Un pueblo que gozó de felicidad cristiana se transforma en polvos de mortuoria ceniza. La nación ha perdido el rumbo, y con ella los componentes de la misma. Formaciones políticas de extrema izquierda amenazan seriamente con sus futuras medidas a la institución de Dios en la Tierra: La Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, la casa que Dios encomendó gobernar a Pedro y a sus sucesores hasta el final de los tiempos está siendo atacada sin tregua. La ilustración europea, emergente en siglos pasados, fue el primer veneno insertado en las mentes de los pueblos occidentales. La Santa Iglesia sobrevivió a tal movimiento ideológico, al igual que derrotó y desterró al demoniaco comunismo de Europa en el siglo pasado. Los gobiernos contemporáneos se jactan de haber erradicado la analfabetización de sus naciones, mas no reparan en que también han exterminado a "guardianes y salvadores de almas". En la escuela los niños aprenden las ciencias y disciplinas básicas, en los institutos las perfeccionan, y finalmente en la universidad las conocen en esencia. Sin embargo, ni estas instituciones ni sus miembros tienen la más remota idea de cómo instruir en la magnánima ciencia del alma. 

Me aventuraría a afirmar vehemente que en un templo católico cristiano se aprende más en una hora que en una universidad en veinte años. En la sagrada eucaristía el pan y el vino mediante la transubstanciación se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo. Cuando participamos de este sacramento, nuestro corazón se abre para recibir a Cristo resucitado, y nuestra mente se ilumina por medio de la santa revelación, transmitida por el Altísimo. Todo cristiano precisa de acudir a la morada de Dios para celebrar su muerte y resurrección. Las palabras del sacerdote rezuman sabiduría y gloria, pues una homilía sacerdotal proporciona al creyente sabiduría sempiterna, emanada de Dios. Los templos católicos están ornamentados con los mejores materiales que posee nuestra Tierra, pues...¿no es más cierto que hemos de ofrecer a Dios lo más valioso de este planeta? El Espíritu Santo impera en las moradas terrenales de Dios, sosegando el alma y apaciguando la mente de los bienaventurados fieles. ¡Qué gozosos momentos son aquellos en los que se tiene el privilegio de observar el arte que nos recuerda a Cristo crucificado, a La Santísima Virgen y a los Santos...! La eucaristía es el alimento espiritual cristiano, así como La Madre Iglesia es la Universidad terrestre de Dios. Los sacerdotes son los representantes de Cristo en la Tierra, y como bien exhortaba San Josemaría Escrivá de Balaguer, deben ser respetados con esmero. Pues le debemos tanto a aquellos que abandonan las trivialidades de este mundo marchito para entregarse por completo a la misión divina.

Los cristianos no hemos de obviar los pasajes bíblicos en los que se nos exhorta a predicar el evangelio en todo momento y lugar. La verdad no nos fue proporcionada para mantenerla en secreto de manera hermética, sino para comunicarla a todos los hombres y mujeres del mundo. Serán muchos los que por predicar la verdad cristiana habrán de padecer infinidad de humillaciones, mas no temáis hermanos en Cristo, pues el rechazo absoluto a Cristo es signo de ignorancia o de soberbia; y en tales circunstancias amargas debemos sentirnos más cercanos al Señor: “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame,…” (Mateo 16:24). Nuestro redentor nos bendice y protege doquiera que nos hallemos, su cruz es sol para los ciegos y espada para los malvados. El Santo Padre nos invita a portar la cruz física y espiritualmente siempre con nosotros. La gente debe saber que somos cristianos y que nos sentimos pletóricos por ello, ¿hay mayor alegría que servir a La Verdad?

En muchas ocasiones los medios de comunicación sensacionalistas se aventuran a difamar a los miembros de La Iglesia por sus declaraciones, ya que éstas constan de argumentos ciertamente contrarios a los erróneos planteamientos posmodernos existenciales. Estas empresas manipuladores que sólo persiguen dinero, son expertas en manipular la información y descontextualizarla, para así poder crear escándalos e injuriar a los siervos de Dios. Monseñor Juan Antonio Reig Pla, Obispo de la diócesis de Alcalá de Henares, es víctima frecuente de vejaciones y escarnios públicos por sus sinceras declaraciones sobre diversos asuntos morales. Un prelado valiente que no permite que el príncipe de las mentiras lo intimide. Un obispo excepcional que no tiene pelos en la lengua para proferir cualquier tipo de declaraciones que considere oportunas y necesarias para salvaguardar la verídica cristiandad. Como este sabio prelado, otros muchos son víctimas del acoso mediático, auspiciado por el anticlericalismo posmoderno. En diversas ocasiones he tenido la gran oportunidad de cuestionar a individuos acerca de su relación con Dios. La gran mayoría nunca lo conocieron, y otros admiten amarlo y respetarlo; pero reiteran la famosa y contraproducente muletilla: "creo en Dios pero no en la Iglesia", ya que según sus equívocos razonamientos, la institución eclesial es anacrónica. ¡El mismísimo Dios fundó La Iglesia para servirnos de ella hasta el fin de los tiempos! ¡Sirvámonos de su sabiduría cristiana! ¡Dios quiere que frecuentemos sus templos!

Encuentro especialmente interesantes a aquellos individuos que manifiestan de manera desconsiderada su total indiferencia  con respecto a la divinidad y a los asuntos ligados a ella. ¡Tibios y cobardes! ¿Preferís la ignorancia a la verdad? Sabed que la ignorancia no exime de culpa, y que ante el tribunal celestial rendiréis cuenta en el áureo día de la justicia universal. Durante un periodo de tiempo de mi vida estuve alejado de la oración mariana, pues consideraba que era un acto reiterativo rogar a la Santísima Virgen. Sin embargo siempre ha tenido lugar en mi corazón, ocupando el arquetipo de madre perfecta. La Virgen es poderosa, amorosa, piadosa y pulcra; siempre que la invoquemos su dulzura celestial y su poder maternal inundarán nuestros corazones. Muchas confesiones cristianas, han basado sus argumentaciones teológicas en falaces interpretaciones de las Santas Escrituras. La mayoría de las confesiones cristianas protestantes, restauracionistas y demás, han incurrido en un imperdonable error: han relegado a María a un plano humano y meramente anecdótico. Todas estas confesiones cristianas no han comprendido el poderoso papel místico que juega La Virgen en la vida de los humanos. Ella es el camino hacia Cristo, pues sólo desde el amor maternal y altruista más puro puede vislumbrarse desde los ojos del corazón la esencia de Cristo resucitado. Algunos "sabidos mundanos" se aventuran a elucubrar conjeturas que ponen en duda la virginidad de María, así como la del propio Jesucristo. Estas reflexiones no tienen ni base histórica ni sentido teológico. María engendró  a un niño por el poder del espíritu santo, y quedó consagrada en cuerpo y alma a la causa de Dios Padre. En lo relativo a la posibilidad de que Jesús estuviese casado o mantuviera relaciones sexuales, he de afirmar que es una posibilidad absolutamente nula, pues Jesús era perfecto; por consiguiente ajeno a los deseos humanos imperfectos y carnales. Jesús es Dios hecho hombre. La hipótesis herética que sugiere la posibilidad de que Jesús de Nazaret tuviera relaciones sexuales es pura blasfemia y herejía consciente. El mundo se halla repleto de sectas cristianas que interpretan inadecuadamente las santas escrituras, llevando a los acólitos de las mismas a practicar y predicar discursos falaces, pues parten de premisas incorrectas. Mas todo esto no cesa aquí, pues existen "maestros espirituales" que garantizan que Jesús estuvo casado con María Magdalena y tuvo descendencia. ¿Acaso un ser perfecto, consciente de su crucifixión, se casaría y tendría descendencia sabiendo el daño y la soledad que habrían de padecer tras su muerte en una época tan complicada? Su mujer y progenie sería perseguida y torturada. Así pues tal teoría cae por su propio peso. Un ser perfecto actúa de manera perfecta y justa, no permitiendo el sufrimiento ajeno. Él mismo acogió el sufrimiento ajeno, el de toda la humanidad para darnos una nueva oportunidad, forjando una nueva alianza.

Queridos hermanos y hermanos, yo os exhorto humildemente en el sagrado nombre de Cristo a volver a casa. Os convido a asistir a misa y a deleitaros con las palabras del evangelio. Saciad vuestra hambre espiritual con La Verdad, y no permitáis que falsos maestros os alejen de nuestro Redentor. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Artículo escrito por Jesús Kuicast

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Amen