Queridos
y admirados lectores, un día más me hallo dispuesto a proseguir con
mi ardua , pero satisfactoria labor articulista. El tiempo transcurre
velozmente, convirtiéndonos en seres efímeros atrapados en un
laberinto de existencias. La vida es breve, y hemos de aprovecharla
de la mejor manera posible, ¿cómo conseguir aprovecharla al máximo?
Dejándonos guiar por El Señor, un Padre infinitamente amoroso que
nos legó a través de sus santos profetas las instrucciones
concretas que debemos cumplir en aras de morar en paz y armonía en
este "viaje transitorio". Estas instrucciones son conocidas
como Los Mandamientos, que estuvieron, están y estarán vigentes
hasta el mismísimo fin de los tiempos. Esto no significa que tales
códigos contuductuales humanos no sean susceptibles de ser
interpretados acorde con la época contemporánea.
Queridos
hermanos, sin más dilación procederé a abordar un asunto
ciertamente importante en la dimensión existencial humana: La
amistad.
En
mi años de vida jamás he leído, visto o escuchado a alguien
afirmar de forma satisfecha y orgullosa que no posee amigo alguno.
Los humanos somos seres sociales que precisamos de la coexistencia
para la supervivencia. Desde los albores de la humanidad, la
sociabilidad, y como consecuencia derivada directa, la interacción
interpersonal colaborativa, han sido atributos imprescindibles para
caminar hacia el progreso. El conocimiento de cada miembro puesto al
servicio de la generalidad ha conformado "una sabiduría
colectiva"; y gracias a ella ha sido posible "cabalgar
ascendentemente" a través de las centurias. Las invenciones y
los descubrimientos son fruto de la sabiduría colectiva. ¡Nadie ha
descubierto o inventado nada por sí mismo, pues siempre se ha
necesitado de un conocimiento previo sobre el que basarse! Aquel que
atribuya un descubrimiento o una invención a la mera genialidad
humana, habrá de ser considerado un colosal soberbio.
Jamás
habré de negar en pos de la verdad, la rica diversidad que los hijos
de Dios presentan en lo referente a la sociabilidad. Unos fueron
preordenados para permanecer rodeados de muchedumbres, y otros
respondieron a la dádiva preordenacional de la meditación y la
contemplación divina individual: ambas tendencias opuestas, mas
necesarias éstas y sus derivadas para la plenitud creacional.
¿Qué
es la amistad?
Muchos
de ustedes se aventurarán de manera súbita a definir la amistad de
infinidad de formas distintas, mas la única y verdadera definición
para el concepto de amistad es la siguiente: altruismo interpersonal.
Haz algo por alguien sin esperar nada a cambio; actuar sola y
únicamente por amor al
prójimo.
¿Es factible considerase amigo de un tercero si hay un interés que
motiva tal amistad? Ciertamente no, estaríamos ante una relación de
pseudoamistad. Por consiguiente hemos de concluir sintéticamente
citando el refrán popular: "Los amigos pueden
contarse con los dedos de una sola mano”.
¿Se
puede establecer una relación de amistad con seres espirituales?
Sí.
Esta relación es factible mediante la continua oración
contemplativa. El ser humano a través de un poderoso ejercicio de
"oración trascendental" posee la bendita oportunidad de
establecer un vínculo místico con un entes espirituales, sean de la
naturaleza que sea. Esta amistad pende de un hilo, pues cualquier
mínimo interés que propicie la amistad espiritual será percibido
por el ente, y automáticamente se interrumpirá la mágica conexión
con la dimensión sensible. El altruismo es una ley fundamental
esotérica.
¿La
relación amistosa admite la actividad sexual?
Absolutamente
no. El amor fraternal humano (agape) es superior al amor erótico
(eros), pues el amor erótico se produce a causa de una pretensión
biológica inconsciente. El "eros" sólo tiene fundamento
si tiene como fin último, la procreación. Una amistad verdadera se
forja entorno al "agape", y este sentimiento fraternal no
contempla actos procreadores. Sólo una relación amorosa ha de
cultivar ambos tipos de amor.
Queridos
hermanos, yo os exhorto a cultivar la amistad física y espiritual,
así como a aprender de la meditativa soledad.
Artículo
escrito por Jesús Kuicast.
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