Los
sacramentos de la iglesia son los medios por lo cual esta busca santificar a
sus miembros. Podríamos definir a los sacramentos como los signos visibles del
amor transformador de Dios que busca santificar al hombre, para que este pueda
ser partícipe de la gloria eterna de Dios. Buscan que el hombre pueda vivir la
gloria de Dios en la tierra y prepararlo para el cielo prometido.
En el
sentido etimológico, la palabra latina “sacramentum” es un sustantivo que se
deriva del adjetivo “sacer” – “sacra” – “sacrum” que significa algo que
santifica (“res sacrans”) y equivale en griego a la voz “misterio” (cosa
oculta, sacra, o secreta)
Participantes en los sacramentos
Para
poder entender la realidad de los sacramentos tenemos que entender la realidad
de los participantes de estos: El hombre y Dios.
El
hombre: El hombre es exterioridad e interioridad (materia y espíritu). Es por
eso que Dios usa los medios de los signos para comunicarse con nosotros. El
hombre necesita palpar el amor de Dios por los sentidos. No solo pensarlo, sino
también sentirlo de forma sensible. Ignorar esta realidad sería grave, debido a
que no se estaría tocando la realidad material del hombre.
Dios:
como creador nuestro conoce perfectamente nuestro modo de ser, y por eso mismo
se comunica a través de nosotros por medio de signo. El signo principal con el que se ha
comunicado Dios con nosotros es Cristo. El es el sacramento original y frontal;
El, visible corporalmente con su humanidad histórica, nos ha hecho presentes a
Dios. Cristo nos comunica a Dios.
Cada
sacramento ayuda al hombre a participar de una realidad vivida por Cristo.
Además de que le ayudan a seguir el agotador camino del maestro, nutriendo su
espíritu y su fortaleza. El sacramento tiene cuatro componentes importantes:
Ministro, Sujeto, Materia y Forma.
Los
sacramentos son 7: bautismo, confirmación, confesión, matrimonio, sacerdote,
unción de los enfermos y Eucaristía.
Cada
uno permite al cristiano participar de la vida en Cristo. Con ellos nos hacemos
uno con El, haciéndonos participes de la su vida. Y además, todos particularmente tienen su
signo visible.
Sacramentos y su importancia
Hoy en
día se ha puesto una moda que tiene como base la idea un “angelicalismo
espiritista”, donde se busca erradicar
toda necesidad de un contacto con Dios por medios que no sea de forma
“espiritual”
Teniendo
este principio “muy espiritual” y “personal” muchos optan por querer confesar
sus pecados “directamente” con Dios, arrodillados en la esquina de su cama o
tener un encuentro espiritual con Dios a base de pensar que en cada cosa que me
gusta hacer es un acto de dar gracias a Dios. Esta visión espiritista de la
relación con Dios parte de muchos prejuicios: tantos prejuicios hacia Dios y
prejuicios hacia el hombre. Esto ha ocasionando diversos el crecimiento de
sectas y supersticiones que han retornado para acoplarse a nuestra época moderna, que muchos han llamado
la era “Neo-pagana”.
Ahora
bien, debemos de entender que estas concepciones parten de una idea errónea del
hombre y de Dios. Jesús mismo se ha encarnado por nosotros y con ello ha hecho
posible este plan salvífico. El se ha hecho materia, y no solo eso, persona
humana, para participar con El no solo de manera espiritual, sino sensible en
su vida. Se puede decir que los sacramentos son la muestra de que Dios
comprende al hombre.
Pensemos
por ejemplo en el sacramento de la Eucaristía. Donde podemos ver de verdad a
Cristo de nuevo cara a cara. No solo pensarlo, ¡De verdad verlo de nuevo cara a
cara! Y no solo eso, poder comerlo. El nos comparte su vida. Se vuelve alimento para
poder seguir su camino.
Para
entender esto, debemos de entender la realidad sensible de Cristo. Porque Cristo
no es una filosofía, ni ideología, tampoco es una moral ni una ética. Es una
persona concreta, con la cual nos podemos relacionar. Y El, para poder ser
nuestro amigo ha tocado nuestra carne, y nosotros sus yagas. Con eso
participamos de su vida plena en este mundo.
[1] Esto lo
tome del siguiente enlace: http://www.es.catholic.net/op/articulos/6681/cat/372/naturaleza-de-los-sacramentos.html
[2]
Compartir la comida con otro suele significar compartir tu vida con el.
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