«¿Cuál es la línea que separa el arte y la vida? ¿Está
legitimado el artista para ir más allá de la ética? ¿Cómo debemos posicionarnos
ante la injusticia? Y, sobre todo, ¿cómo escapar de un sistema injusto cuando
todo escape está prefijado en la lógica del propio sistema?»
Intento de Escapada,
HERNÁNDEZ, M.A.
Se nos muestran muchos casos en los que el arte puede ser controvertido, donde no se nos presenta
siempre algo bello (ni tiene que serlo necesariamente). De hecho, el objeto de
este tipo de arte contemporáneo es removernos, descubrir la realidad de una
sociedad que no siempre (casi nunca) es la ideal.
La obra queda realizada, por tanto, en el contexto al que
pertenece y es como se debe de analizar, ya que si no, no se puede entender en
su totalidad. Así, pasamos de ver cuadros de Velázquez y esculturas de Bernini,
a una obra de arte que grita en sí misma; la actual. Esta obra que se ha ganado
muchos enemigos por lo dura que puede ser, por la no representación de “lo bello”,
aparece porque la misma sociedad en sí ha cambiado. Surge de una necesidad de
expresar inconformidad ante algo que se cree injusto. Se ha ganado libertad de expresión y, gracias a
esta, los artistas han podido decir lo que piensan sin pelos en la lengua y se
les ha permitido exhibir lo grotesco, lo que no nos es agradable ver.
Desde que el arte fue usado como medio propagandístico, ha
sido una manera de mover el mundo (un ejemplo es el famoso cartel del Tío Sam,
con su famoso “I Want You For The
Army”), ¿por
qué no alentar a que actuemos cuando hay algo que no nos gusta? ¿Por qué no
levantarnos en vez de demostrar esa especie de indolencia que padecemos?
Para demostrar esa impasibilidad,
una de las obras que más ha llamado la atención por el atrevimiento de su
autor, G. Vargas, es la que vemos en la imagen del principio del artículo. Un
perro fue atado a un poste, sin comida ni bebida. Es cierto que el autor deja
allí al perro atado, que es un maltrato. En varias ocasiones se rebasa el
límite de lo ético por el mero hecho
de que parece que los artistas no son personas normales y corrientes y por lo
tanto pueden permitirse ciertas extravagancias. Pero, ¿acaso nadie podría
haberlo soltado? ¿Acaso no le estamos nosotros dando a los artistas esa carta
blanca para que hagan lo que quieran, esa dosis que hace que crean que están
por encima de esa ética? ¿No representa exactamente esa pasividad que todos
tenemos hoy en día?
El arte contemporáneo, en el fondo, lo que intenta es
remover conciencias y hacer un mundo mejor. Muchas veces se acusa a los
artistas de excéntricos, incluso llegamos a afirmar que “se pasan de la ralla”,
y muchas veces incluso es cierto. Pero, ¿si nosotros viésemos día a día todos
los problemas reales en la calle, si
reflexionásemos sobre cada dificultad que se presenta en el mundo, podemos
asegurar que estaríamos totalmente cuerdos?
Artículo escrito por Irene Avilés López.
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