Muchas mañanas me levanto de la cama pensado que todo irá mejor. Sin embargo, me aproximo a la ventana más cercana y contemplo como el panorama que me rodea no ha cambiado en lo más mínimo. Me hallo exhausto cuando soy consciente de la creciente oleada de ignorancia que se apodera de mis compatriotas. ¿Se estarán volviendo imbéciles? Jóvenes, maduros y ancianos que alzan el puño atemorizando a los que velamos por la paz nacional. Estos fanáticos izquierdistas se creen con el derecho de amenazar sin piedad a sus acérrimos enemigos: los ricos. Según sus macabras conclusiones, las personas acaudaladas, por el mero hecho de serlo, forman parte de un colectivo apestoso y repugnante que pone freno al proceso de fraternidad e igualdad universal. ¡Si eres un radical de izquierda es que padeces una profundad estupidez, que por cierto, es muy compleja de sanar. ¡Adelante, saltad al vacío! Mas no esperéis que los cuerdos os acompañemos en tan estúpida empresa. ¿No habéis tenido ningún sabio a vuestro lado que os confirme que la miseria atrae a la miseria? La locura se apodera de las mentes irracionales de aquellos que buscan venganza, y sienten haber encontrado a su perfecto vengador, Pablo Iglesias, el "falso mesías" que ha venido a este mundo con el divino objetivo de salvar las diferencias entre ricos y pobres. ¿También nació el veinticinco de diciembre? Confío en que no, sería una deshonra para los cristianos de bien.
Como he reiterado en numerosas ocasiones en artículos precedentes, no seré yo quien justifique la corrupción desmesurada dominante en los dos grandes partidos nacionales, sobre todo la que experimenta el PSOE. España precisa de una verdadera regeneración democrática, y si esto no sucede, el pueblo explotará conllevando esto: revueltas sociales muy peligrosas para la estabilidad nacional. Dotar a Podemos del poder gobernante sería el equivalente a suicidarnos como nación. El final de cuarenta años de prosperidad y bienestar social. ¡Podemos no debe tener un ápice de poder en ninguna de las instituciones del estado español!¡Son populistas baratos disfrazados de voluntarios de Cáritas!
Muchos han sido los que han atacado la melena del Señor Iglesias y su estética. En este caso han demostrado su arcaísmo estético, pues el look de Pablo Iglesias me gusta, y a mi juicio es muy acertado. ¿Acaso ser de derecha está intrínsecamente ligado a llevar el pelo corto, engominado, y vestir de traje de chaqueta? Modernícense insensatos derechistas que en vez de sumar, restan con sus discursos anacrónicos. Pormenores aparte, los "marxistas podemitas" han sido capaces de canalizar la desesperación ciudadana y transformarla en odio hacia el sistema democrático actual. Mas todo lo que se halla impregnado de odio acaba mal, ciertamente fatal. Una formación política fundada en base al odio hacia el orden gobernante, sólo puede traer un intenso caos nacional. Como bien afirmó un buen político español: "Un partido político debe estar fundamentado en sentimientos de lealtad a a principios bondadosos".
Es propio de un inepto desinformado negar la evidente salida de la crisis económica que está experimentando nuestra gloriosa nación. Esto no significa en caso alguno que ésta sea cosa del pasado; pues mientras quede un niño hambriento, esta profunda crisis no habrá arribado a su término. El gobierno del Partido Popular, liderado por el Presidente, Mariano Rajoy, ha incumplido demasiadas promesas electorales. Sin embargo ha demostrado junto a su gobierno su capacidad para salvarnos del abismo socio-económico. Y si le concedemos cuatro años más de gobierno posicionará España entre las primeras potencias del mundo. No me cabe la menor duda. ¿Por qué poseo tal certeza? Porque a las pruebas me remito: cuando los socialistas gobiernan destrozan la economía, y cuando los populares se hacen con el control gubernamental, reparan las averías propias de la torpeza socialista. Una verdad como un templo. Creo de manera firme que el Partido Popular recobrará su hegemonía, pues jamás ha habido formación política más competente en este país.
Artículo escrito por Jesús Kuicast.
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