Me
sentía triste al ver como en este mundo la deshumanización había
llevado a que no me hablaran, me sonrieran o me dijeran una palabra
amable. Mis quejas y mi desazón bajaban mi energía; me hacían
sentir vulnerable en este terrible mundo.
Y
el corazón en su magia me dio la clave…”sonríe tú, sé amable
tú, preocúpate por el otro tú”.
Comencé
a sonreír mirando a los ojos y pude así sentir el placer del que
hace un regalo acortando la distancia entre corazones.
Conecté
con la fuerza del que sabe que un mundo mejor está al alcance de su
mano.
Me
sentí poderosa al comprobar que con mi sonrisa y mi amabilidad hacía
que otros activaran la suya.
Dejé
de quejarme y comencé a actuar dando a los otros lo que yo quería
para mí.
Y
como un boomerang, como un reflejo, todo se me dio de vuelta.
La
magia consiste en crear la vida de mis sueños. Así con la alquimia
de mi corazón sonrío y el mundo me sonríe a mí.
Mariví
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