martes, 14 de enero de 2014

Los niños que nacen en esta nueva era son seres evolucionados, maestros de la luz que vienen en misión de paz para ayudarnos a cambiar los caducos esquemas de miedo y represión por los que nos regíamos hasta ahora.
Es la revolución del amor y la libertad del alma la que está cambiando todas las envolturas de vuestra sociedad terrenal.
Cambio mi  manera de mirar a los niños, ya que vienen repletos de mensajes en su actuar y en su sentir. Hay que verlos más allá de los ojos físicos: con los ojos del corazón.
 Sus actos de rebeldía no son malintencionados, no tienen deseos de dañar. No es en nuestra contra sino a favor de la humanidad.   Han de adaptarse a este planeta y eso les crea conflicto.
Hemos de explicarles nuestras normas de funcionamiento,  planteándonos ante cada transgresión si no nos estarán dando información y nos estarán diciendo que, a favor de la felicidad,  esa norma ya queda ridícula.
 Y siempre es bajo la llama del amor donde hay que inculcarles la disciplina, desde donde hay que observar los nuevos retos que nos traen nuestros niños; Preguntándome siempre que mensajes hay detrás de cada uno de sus actos.
 Tenemos que poner consciencia en nuestra educación y entender que, las normas nos rigen, nos ordenan y nos aúnan en nuestro funcionamiento terrestre; pero aún así cada alma encarnada que elige descender a este plano de la Tierra trae una misión distinta. Así puedo ayudar a estos seres diminutos y hermosos a que encuentren su camino escuchando sus necesidades fuera de esquemas ya caducos.
 Proyectar mis deseos e insatisfacciones frena la evolución de este planeta, ya que así encarcelamos a estos seres que vienen cargados con mensajes de amor.  Ellos han de recordar cuál es su misión y el mensaje que vienen a transmitirnos.
He de hablarles con el respeto del que tiene un maestro delante; haciéndoles sentir que son valiosos y que nos honra su presencia. Hemos de acompañarlos, se sienten extraños en este comienzo de su peregrinación; por eso permanezcamos con ellos tanto tiempo como nos sea posible para que poco a poco descubran y sientan sus propias fuerzas, comprendan lo hermoso de esta vida que han elegido y vayan recordando su misión.
 La risa, la alegría, el juego, el baile, la música, el disfrutar de la naturaleza... es la verdadera esencia de estos seres que nos están diciendo que Dios es amor y se refleja en la alegría del que existe, del que transita.
Escuchemos nuestras almas como chillan desesperadas en forma de insatisfacción y de enfermedades. Dios es amor, amor es alegría, alegría es luz, luz es sabiduría y la sabiduría es la garantía que nos proporciona el sentirnos vivos, el poder cumplir nuestra misión.
Conecto con el niño que hay en mí. Estos seres de luz y amor me ponen el espejo de esa niña, a veces perdida en mi interior que, atrapada  implora disfrutar, gozar, sentir y amar apasionadamente.
Dios es amor y los niños son sus ángeles mensajeros.

Mariví

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