martes, 25 de marzo de 2014


Seguimos asistiendo en la anciana y moribunda España a un sinfín de espectáculos y circos que hace mucho que sobrepasaron el umbral de lo abochornante.

Hace un par de días la masa progresista de este país convocó una “Marcha por la Dignidad” debido a la nefasta política económica llevada a cabo por el actual Ejecutivo español. Pero, los organizadores de dicha marcha no son la solución a los problemas actuales de España tal y como ellos pretenden presentarse ante la sociedad, si no que más bien son parte del problema.

Los principales organizadores de la “Marcha por la Dignidad” pertenecen la mayoría a organizaciones políticas de ideología progresista (Con progresista me refiero a marxista cultural), es decir, los abanderados en España de la defensa de la democracia, la inmigración y la igualdad entre clases y géneros…. Y todas esas palabras que suenan tan bien al oído del ciudadano de a pie, pero que distan en gran medida de la realidad de estos colectivos.

Comenzaremos hablando en primer lugar del alto grado de hipocresía de las organizaciones “progres”. Resulta muy gracioso verles defender los derechos de los inmigrantes ilegales que violan con demasiada frecuencia las fronteras españolas en Ceuta y Melilla. Todos los progresistas presumen de ser muy antirracistas, pero todavía no he visto a ninguno de ellos acoger a los ilegales en sus casas para darles de comer y vestirles ni tampoco les veo dar limosna por las calles. ¡Así resulta muy cómodo ser solidario, antirracista y de izquierdas! ¡Y si no que se lo digan a Ana Pastor! Lo que desconocen los progresistas es que la inmigración ilegal únicamente favorece a los empresarios (Sí, esos a los que tanto dicen odiar) ya que estos contratan antes al inmigrante que al español debido a que el inmigrante en situación ilegal es una mano de obra más barata y fácil de explotar; por lo tanto, la inmigración ilegal supone un perjuicio para los trabajadores españoles a los que tanto presumen defender. Fíjese sin son defensores del obrero, que en Andalucía se gastaron el dinero que la Unión Europea destinó para los cursos de formación de parados en mariscadas (De esto nadie pide explicaciones a Soraya Rodríguez ni a Rubalcaba). Para colmo, tienen la caradura de increpar a la jueza Alaya a la salida del juzgado con gritos de “¡FASCISTA!”, ¡ únicamente por aplicar la ley! Pero , “¡Que viva la lucha de la clase obrera!” eso que no se nos olvide. La creciente precariedad de la situación laboral en este país no es solamente culpa del gobierno de Aznar (Cuya economía estaba basada en la especulación inmobiliaria), de Zapatero (Sería imposible encontrar un gestor más pésimo), o de Rajoy (Con su fantástica reforma laboral. [Nótese la ironía]), sino también de los sindicatos, ya que en lugar de ser organismos de presión social para la consecución de mejoras en la vida laboral han preferido pasar a ser instrumentos de presión política al servicio de los partidos progresistas. Cabe especial mención a las que se hacen llamar “defensoras de los derechos de las mujeres”, es decir, las FEMEN. Sí señores, esa banda integradas por mujeres que hacen gala de una gran elegancia y educación en todas sus apariciones públicas. Citemos algunas de sus célebres consignas como “El aborto es sagrado” o “El Estado no mete mano en mi coño”. Vale, el Estado no meterá la mano más en tu coño, pero tampoco te pagará los 300 o 400 euros del aborto. ¿O para eso sí quieren que les meta mano el Estado? No podemos olvidar hablar de sus muchas y originales propuestas para la “Liberación de la mujer de la opresión machista” tales como no usar productos para proteger la ropa de la menstruación (En otras palabras, dejar de usar tampones y compresas; para que les venga la menstruación encima, siguiendo así su “ciclo natural”).
Otros componentes de dicho colectivo, y que sin duda merecen ser mencionados a parte, son los nacionalistas. Si nos fijamos bien, en todas las manifestaciones de este tipo tenemos la oportunidad de ver banderas separatistas de todos los rincones de la geografía española. Llama particularmente mi atención que todos estos separatismos coinciden en una misma consigna: El Estado fascista español. Fíjese si somos fascistas en España, que nuestro actual sistema de organización federal (O autonomías que viene a ser lo mismo. Únicamente se diferencia en que se llaman comunidades en lugar de estados a las provincias), el cual solo ha servido para generar más burocracia y gasto innecesarios así como mayores tensiones territoriales y corrupción, es uno de los más descentralizados de Europa, otorgando a las Comunidades Autónomas un grado mayor de autogobierno que el que tienen los estados de EEUU. Fíjese usted si somos fascistas en España que permitimos que las comunidades bilingües fomenten únicamente sus lenguas regionales mientras prohíben la lengua vehicular en todo el Estado. Fíjese si somos fascistas que permitimos sistemas educativos inconstitucionales de inmersión lingüística, pitadas al himno nacional o quemas de nuestra bandera de una forma totalmente impune. Fíjese si somos fascistas en España que permitimos la presencia de organizaciones terroristas en las instituciones, soltamos a los presos de dicha banda so pretexto de enfermedades terminales falsas, vejándonos y riéndonos de las víctimas de sus atentados. Que fascistas son las declaraciones de políticos como Eduardo Madina: “Antes con Bildu que con el PP”. O el humanista de Pablo Iglesias. Sí, ese mismo que se las da de patriota pero que luego aparece en todas las campañas nacionalistas por el “derecho a la autodeterminación”. Es ese mismo Pablo Iglesias quien califica de fascistas las actuaciones policiales en España pero que cobra 30.000 euros por asesorar al gobierno venezolano (El cual reprime a tiros las manifestaciones). Es también ese Pablo Iglesias quien defiende los derechos de los homosexuales pero al mismo tiempo apoya al gobierno iraní (Cuyo gobierno no es que sea el principal impulsor de los derechos de los gays precisamente) ¡Ya quisieran Hitler o Mussolini haber sido la mitad de fascistas que somos los españoles de hoy en día!

Pues sí, fíjense lo tontos que podemos llegar a ser los españoles pensando que toda esta banda de caraduras van a solucionar los problemas de España. Pero, ¡ojo! ¡Que tampoco me olvido de los salvapatrias del PP! Sin duda, el Sr. Rajoy está muy preocupado de que los españoles alcancemos el Reino de Dios. Para ello, destina el dinero de la educación, la sanidad y los servicios sociales hacia la Iglesia porque, ¿no habéis oído que de los pobres es el Reino de los Cielos? Pues esta afirmación es del todo cierta en España: Ellos ponen a buen recaudo sus fortunas en los “satánicos” bancos suizos mientras nosotros nos comemos su “Reino de Dios” disfrazado de democracia perfecta.


Pero el mayor de todos los problemas españoles es la respuesta a la siguiente pregunta: ¿A quién le importa todo esto? La respuesta: A nadie. Sí, ese es el problema de nuestra sociedad, que a nadie le importa. A nadie le importa que estén condenando nuestro porvenir y el de las futuras generaciones a las condiciones sociales que, a este paso, serán las propias de una posguerra. ¿Pero todo esto qué nos importa mientras nos sigan diciendo que hay brotes verdes, que estamos en la senda del crecimiento o que vivimos en una sociedad moderna y democrática? Mientras tengamos fiesta los viernes y sábados, fútbol los domingos y MYHYV o Sálvame de lunes a viernes, ¿qué importa que cada día que pase sin que nosotros hagamos nada nuestro futuro sea más y más oscuro e incierto?

¿Qué más da que los nacionalistas estén adoctrinando libremente a todos los niños de Cataluña, Euskadi o Galicia a base de tergiversaciones históricas fácilmente desmontables?
Pues sí señores, España se va a ir al carajo, y, cuando eso pase, los españoles haremos lo que mejor sabemos hacer: Echarle la culpa a otro.

Y, como al paso que van las cosas, parece que nadie va a hacer nada por evitarlo, aquí os dejo el futuro mapa político de la Península Ibérica.

Artículo escrito por Fran Hortal

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