miércoles, 12 de marzo de 2014



Vivimos en la era de la tecnología, de los continuos y acelerados avances de la ciencia, una época de cambios constantes. Estos avances, como cabe esperar, han ido acompañados de lo que consideramos avances en la sociedad, los cuales, entre otras cosas, han incrementado enormemente, sin lugar a dudas, las posibilidades de acceso a la enseñanza: sólo tenemos que echar una mirada sesenta años atrás en la historia de nuestro país.
Y es por ello, que hoy en día se considera que estamos viendo a la juventud mejor preparada, la más formada.
Si lo pensamos, en cuanto a cantidad, no es una afirmación tan descabellada, pues, ¿cuántos jóvenes tendrían acceso a la enseñanza en el siglo XV? O, por qué irnos tan lejos, en el siglo XX.

Pero partiendo de lo que significa estar formado, de los conocimientos… ¿Realmente podríamos decir que la juventud que sale año tras año de las aulas de los institutos, o de las universidades, está bien preparada?
Según lo que entendamos por “preparada” esta pregunta podría tener respuesta negativa o positiva, porque si entendemos que lo que se necesita es que sepan realizar un determinado trabajo para beneficio de la sociedad, no dudaré en que sí, se está preparado. Con otras palabras, es una juventud programada, como si de una máquina se tratase.
Pero yo considero que una persona preparada, lista para afrontar el futuro, debería ser una persona que pueda pensar por sí misma, que esté abierta al conocimiento, que no se le encasquete en un cajón del que no pueda salir, que conozca el mundo donde vive. De qué sirve que haya estado años preparándose para el reto que se le va a imponer, si no ha empleado esos años en conocer de verdad, en aprender. Este tema nos derivaría a la obligación que nos hacen sentir hoy en día a todos los jóvenes para realizar bachiller y posteriormente ingresar en la Universidad, lo que nos lleva a que miles de jóvenes estudien sin realmente querer estudiar o estudien algo que no es lo que les gusta, sólo por el hecho de estudiar. Esto desemboca en un menor aprovechamiento del estudio por parte del alumno así como en la masificación de las aulas. Pero estos problemas darían para un artículo a parte, por lo que sólo contaré con ellos para entender a lo que me refiero.

Por otra parte, dejando a un lado la preparación académica, la juventud está enfermando, y cada día son más evidentes los síntomas. La decadencia a la que día tras día nos está llevando la sociedad capitalista en la que vivimos hace despertar en las mentes la desilusión, el pesimismo, la incertidumbre, y llega más lejos todavía, pues maneja a su voluntad la vida de las personas o les roba a éstas las ganas de seguir en este mundo. Y, ante esta situación de continuas injusticias, de maltratos y agresiones diarias (físicas o psicológicas), de miseria para tantos y buen vivir para tan pocos, ¿cómo reacciona la juventud?

Hay una parte revolucionaria, que lucha a su manera, que es crítica, que, en definitiva, se mueve por lo que cree. Pero seamos realistas, no es la que más abunda. La generalidad se ha convertido en una masa a la que no le importa ser clasificada e identificada, que aspira como mucho a quejarse sobre lo que no le gusta pero sin pararse a pensar que puede hacer algo por cambiarlo, que se contenta con llamar “ladrón” o “corrupto” a un político porque, a día de hoy, es lo que se ha puesto de moda, pues ni si quiera realmente son conscientes de lo que está pasando. Por lo que, volviendo a la pregunta del principio… ¿Están preparados para el futuro? Con ello vemos que no, están preparados para trabajar, para contribuir a la sociedad como se espera que lo hagan, sin importar qué, pero desconocen el funcionamiento del mundo en el que viven, en cualquier aspecto.

Esta juventud que se está creando son millones de peones nutridos por el egoísmo, al servicio sí mismos, o al menos eso creen, pues quizás la mayoría de ellos no logren entender que sus vidas no les perteneces, que se están limitando a escoger entre las opciones que se le ofrecen, sin plantearse si quiera que existen otras posibilidades.

El conformismo, la crueldad, el egoísmo, la competencia y la superioridad junto con el inexistente compromiso social, son las bases en las que, al parecer, se asentará la sociedad del futuro. ¡Brindemos por ello!



MG

0 comentarios: