El sol es poderoso y hermoso, su luz es el sustento de la vida en nuestro planeta. Si el "Astro Rey" se apagara la sombra de la muerte acabaría con nosotros y con nuestros hermanos animales. Precisamos de su energía para sobrevivir. Sus excelentísimas mercedes se cuestionarán el por qué de tal introducción astronómica. No malgastaré tiempo en demasía explicando lo que en breve comprenderán. En el día presente me dispongo a tratar un tema un tanto trivial, mas gravísimo sin embargo. El arte del burlesque.
Hace no demasiados años fuimos testigos de cómo una nueva estrella se inscribía en la bóveda celeste. Esa "star" era nada más y nada menos que Dita Von Teese. Una hermosa dama de piel blanca y aterciopelada, cabello oscuro como la noche. Una norteamericana con curvas de escándalo y sensualidad exuberante. La emperatriz universal del espectáculo por antonomasia, la encarnación misma de la belleza blanca. En los primeros años del siglo XX, París era la capital internacional de los palacios del burlesque. Ahora la moda ha retornado. La que fuera mujer de Marilyn Manson gana millones de dólares sólo con sus movimientos concupiscentes. Los espectadores quedan petrificados y cautivados por los encantos de la licenciada en erotismo.
¿Es pecado visualizar un espectáculo burlesque?
Claramente sí, pues por el sentido visual entran imágenes de carácter erótico que pueden provocar reflexiones mentales lascivas. Estas son perniciosas para la salud mental, y tienden a provocar oscuridad espiritual.
¿Debe un individuo cristiano predicar en contra de estos espectáculos?
Por supuesto, hemos de proteger a nuestros hermanos en la fe, y a las generaciones venideras de tales tentaciones demoniacas. Os exhorto a mantener el sol del Señor en vuestros corazones, evitando que éste sea apagado por la turbia agua de la tentación.
Artículo escrito por Jesús Kuicast.
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