viernes, 18 de abril de 2014


Queridos hermanos, me llena de orgullo y extrema satisfacción proseguir con mi benevolente labor de articulista. Consciente de aquellos que juegan a la gran evasión, tengo el firme propósito de propagar mis ideas alrededor de este, nuestro mundo. Días tras día desempeño la ardua labor de expresarme en libertad, aunque me arriesgue a ser duramente criticado e incluso calumniado por aquellos que carecen de argumentos loables. Hoy trataré sobre Cataluña, un asunto de actualidad y que es altamente polémico.

Los catalanes gozan de una cultura hermosísima. Buque insignia de esta cultura es su bellísima lengua, el catalán, ese idioma que camina entre el francés y el castellano. Una nación integrada en España, patria querida y común. Un pueblo trabajador y próspero que a lo largo de la historia nos ha demostrado como renacer de las cenizas, como avanzar económica y socialmente. Los catalanes son gente inteligente, ávida para acaudalar. Diferentes del resto de España por su ferviente vocación internacional en aras de expandir sus emporios económicos. Gente celosa de su tierra que no ceden ante las imposiciones externas, duros como el hierro y testarudos per natura. Sin embargo no debemos olvidar el hecho de que son más las coincidencias que las diferencias entre Cataluña y el resto de España, por lo que considero una soberana estupidez abogar por la independencia catalana. La tierra de "los Berenguer" se hundiría en la miseria más absoluta si abandonara a su madre, España. Atravesamos una era en la cual la unión interestatal es una tendencia frecuente, pues la máxima "la unión hace la fuerza" se encuentra hoy en día más patente que nunca. Europa se fusiona formando un supraestado, la conocida "Unión Europea", o "Unión alemana" (satíricamente escribiendo). Los tiempos de los nacionalismo disgregantes finalizan irremediablemente.

¿Qué conseguirían los ciudadanos de Cataluña con la tan anhelada independencia?

La inmediata expulsión de la Unión Europea. Un más que posible aislamiento internacional, así como la desaparición para siempre del afortunado estado del bienestar social. El pueblo de Cataluña firmaría su sentencia de muerte convirtiéndose en un estado independiente.

¿Podría la generalidad de Cataluña asumir más competencias económicas y culturales perteneciendo a España como comunidad autónoma, o estado federado quizá?

No. Pues todas las comunidades autónomas que integran España deberían gozar de tales privilegios. En caso contrario se estaría cometiendo una injusticia nacional.

¿La soberanía del pueblo catalán reside en él mismo, o en toda España?

En toda España reside pues, por lo tanto la única vía posible hacia la independencia, nada aconsejable, sería con el voto positivo de la mayoría de los ciudadanos españoles. No hay otra opción.

Siendo fieles a la historia hemos de predicar la verdad. Cataluña jamás fue un estado independiente, siempre perteneció a la corona de Aragón. Es cierto que gozaba de sus propio sistema legal, teniendo un cierto grado de autonomía. La misma que posee actualmente. No son merecedores de respeto aquellos que tergiversan la historia en aras de conseguir lo deseado. La región catalana tiene un futuro brillante dentro del conjunto español, fuera de él, sólo hay una eterna ruina para ella.

Artículo escrito por Jesús Kuicast.
https://twitter.com/jesuskuicast


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