domingo, 27 de abril de 2014


Honorabilísimos lectores, fieles seguidores de la luz de la verdad, bebedores del agua que emana de la fuente de la vida, hoy es un día glorioso, se ha producido la tan anhelada canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II. Dos santos para el siglo XXI. Ante estos acontecimientos de tal envergadura histórica me siento fervientemente alegre, extasiado por la belleza de Cristo y su Iglesia en la Tierra. En el día actual tengo el sublime deber de abordar una cuestión que ronda por la cabeza de millones de personas. ¿Se está produciendo una nueva era de anticlericalismo feroz?

Actualmente soy testigo de como jóvenes y mayores calumnian sin ningún atisbo de piedad a todos aquellos que representan de algún modo a la Iglesia Católica Apostólica Romana. Los sacerdotes son objeto de de escarnio público. Todos son juzgados con el mismo rasero. ¿Es aceptable desprestigiar a la vocación sacerdotal por el hecho de que algunos sacerdotes sean ovejas descarriadas? Evidentemente, muchos sacerdotes han sido responsables de actos abominables, y han sido juzgados por la ley pertinente de cada país y cesados en sus menesteres religiosos. Cierto es que en muchas ocasiones determinados obispos han intentado encubrir tales fechorías en aras de proteger la imagen pública de la lglesia Católica. Injustificables acciones, pues finalmente todo sale a relucir. La Iglesia Católica avanza incesantemente para conseguir una mayor transparencia y acabar con los males que persiguen la destrucción de la Iglesia de Cristo.

La libertad confesional es algo hermoso, pues cada individuo tiene el derecho y responsabilidad de elegir qué creer y cómo hacerlo. La época de la imposición religiosa ha pasado gracias a Dios. El ser humano goza del libre albedrío. Nosotros forjamos nuestro propio destino en función de nuestras acciones. Los cristianos tenemos el deber de transmitir y difundir nuestra fe, así como Jesús nos indicó antes de marcharse. El anuncio de las buenas nuevas del reino de Dios es un acto que debe estar intrínsecamente ligado al cristiano. Sin embargo esto no significa que los cristianos hayamos de acosar con nuestras ideas a aquellos que han optado por otras. La tolerancia es fundamental en un ser evolucionado, de la práctica total de la tolerancia nace la comprensión de la pluralidad necesaria en el mundo. Aquel credo que sea capaz de iluminar positivamente a sus miembros es aceptable y admisible.

El anticlericalismo creciente especialmente entre la juventud es consecuencia de una ideología que denigra la dignidad humana en su totalidad. El comunismo en toda y cada una de sus vertientes posee atributos esencialmente ateos e intransigentes. Aquellos que son devotos de estas doctrinas siembran en sus corazones la semilla del odio y la venganza. Se transforman en individuos obstinados, radicales y agresivos, tanto física como verbalmente. ¿Cómo alguien puede detestar al cristianismo y a sus representantes? Somos seguidores de un Dios que predica el amor, la fraternidad, la bondad...

Queridos hermanos, os exhorto a ser valientes, a no temer, a mostrar vuestra fe en público. El Señor nos ama infinitamente y nos protege de los adversarios.

Artículo escrito por Jesús Kuicast.
https://twitter.com/jesuskuicast

0 comentarios: