lunes, 14 de abril de 2014


Estimadísimos lectores, me encuentro de vuelta, después de unas pequeñas vacaciones he tomado la firme determinación de retornar, pues cómo podría yo abandonar a mis bienaventurados y fieles seguidores. Soy consciente de que nadie es imprescindible, pero prefiero creer que yo sí lo soy. El tema que hoy me concierne es tremendamente interesante, pues un día más, trataré sobre el séptimo arte, el cine. Me aventuro a comentar positivamente una película que cautivó mi corazón en el momento más inesperado.

Me encontraba adormecido en el sofá, era medianoche, mis ojos se cerraban paulatinamente, estaba dispuesto a adentrarme en el mundo onírico cuando súbitamente un film dio comienzo. Su título era "El laberinto rojo". Al comienzo, cuando visualicé que el papel protagonista lo interpretaba Richard Gere quedé un tanto decepcionado, pues no le guardo especial cariño a tal actor. Además quizá podría ser una producción norteamericana con un argumento ideológicamente pretencioso.

Un abogado norteamericano de nombre Jack Moore viaja a Pekín, capital  de la China comunista. Su misión es cerrar un importante negocio. Confundido y seducido por los atractivos de una modelo china es arrastrado al mismísimo infierno. Jack y la bella china yacen juntos lujuriosamente. Es despertado por la policía comunista, la joven modelo aparece muerta. Un drama donde sólo su lucha y fortaleza personal podrán ayudarle a conseguir salir del tétrico laberinto rojo. Un tribunal corrupto, un ciudadano norteamericano privado de la presunción de inocencia. Toda una odisea para poder demostrar su inocencia ante el perverso tribunal comunista.

Para concluir me gustaría transmitir mi agrado por tal película, pues logra mantenerte en vilo al espectador durante sus 122 minutos de duración.

Artículo escrito por Jesús Kuicast.


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