Mis queridísimos y leales lectores, hoy es un día de gozo y alegría, es el momento en el cual me dispongo a revelar una verdad sabida por todos pero no expresada por muchos. La valentía es una cualidad que actualmente mucha gente no tiene el privilegio de poseer. El atrevimiento es el primer paso en la escalera de la valentía. Mis bienaventurados hermanos en Dios nuestro Señor, en el artículo presente abordaré un tema ciertamente erótico. ¿El sexo es saludable?
La posmodernidad nos invade ineludiblemente. Somos hijos de un tiempo en donde "el aquí te pillo, aquí te mato" se encuentra vigente a la orden del día. La juventud y la senectud caminan por la vida en continua caza sexual. Los hombres frecuentan antros de perversión, lugares en los cuales no mora el espíritu santo. La oscuridad es la reina de la noche, esa perversa regente que permite que toda la ignominia aflore provocando la más cruel perdición de los humanos.
La televisión, el cine, los videojuegos, la publicidad...Todo se halla bajo el malvado influjo de aquellos poderosos que perversamente tratan de sumir a la población en un perenne letargo mediante los estímulos asequibles y desorientadores. El sexo impropiamente empleado es un sombrío pecado que profana nuestra alma divina. Todo en la vida está creado con un propósito determinado. Si la finalidad de lo creado es obviada, el agente creado que actúa desviándose de su propósito natural no tiene sentido de existir, por lo tanto es presa de la confusión y el desconcierto, principios de la locura. El sexo es un acto meramente reproductivo, permitido dentro de una unión sólida entre los dos personas bendecidas previamente por la divinidad.
Queridos hermanos, anulemos de nuestro ser las concupiscencias del corazón, que son fuente de todo tipo de calamidades. Optemos por la actuación racional, pilar divino del que goza el ser humano.
Artículo escrito por Jesús Kuicast.
https://twitter.com/jesuskuicast
La televisión, el cine, los videojuegos, la publicidad...Todo se halla bajo el malvado influjo de aquellos poderosos que perversamente tratan de sumir a la población en un perenne letargo mediante los estímulos asequibles y desorientadores. El sexo impropiamente empleado es un sombrío pecado que profana nuestra alma divina. Todo en la vida está creado con un propósito determinado. Si la finalidad de lo creado es obviada, el agente creado que actúa desviándose de su propósito natural no tiene sentido de existir, por lo tanto es presa de la confusión y el desconcierto, principios de la locura. El sexo es un acto meramente reproductivo, permitido dentro de una unión sólida entre los dos personas bendecidas previamente por la divinidad.
Queridos hermanos, anulemos de nuestro ser las concupiscencias del corazón, que son fuente de todo tipo de calamidades. Optemos por la actuación racional, pilar divino del que goza el ser humano.
Artículo escrito por Jesús Kuicast.
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