Excelentísimos y fieles lectores, como de costumbre me encuentro vivo y coleando, deseando transmitir nuevamente mis opiniones al respecto de cualquier asunto que tenga el mínimo interés para aquellos lectores que escogen la maravillosa opción de frecuentar mis textos. Me llena de un gozo inmensurable tener la oportunidad de ser leído por un número considerable de personas, pues mis humildes reflexiones llegan a muchas mentes. Acepto las críticas y agradezco las felicitaciones por mi artículos, mas no tolero las agresiones por medio del insulto trivial y desconsiderado. Sin más dilación afirmo que el tema que hoy abordaré es imprescindible tratarlo, aunque sea ciertamente peliagudo.
Es completamente veraz el hecho de que durante un largo espacio temporal me he dedicado a respetar al gobierno de España y a las instituciones que lo representan. He sido blanco de críticas y multitud de improperios. Empatizo con los ejecutores, pues nos hallamos inmersos en un túnel donde la luz aún se ve muy lejana. "Seres de la política" desconsiderados que obedecen ciegamente las instrucciones de los jefazos d la Unión Europea, de los magnates banqueros, de los hipócritas masones que controlan Estado Unidos de América y del desconsiderado e irrisorio Fondo Monetario Internacional (FMI). Es nuestro deber como españoles elegir un "plato de mejor gusto" para nuestros hijos y nietos. El sistema democrático debe revisarse y renovarse, así como es ineludible el establecimiento de una banca ética que no se dedique a cosificar a los humanos.
Siendo todo lo escrito anteriormente cierto, me veo en la severa obligación de afirmar que la solución para solventar los problemas a los que nos enfrentamos actualmente, no es la violencia, fruto de las protestas descontroladas. El pueblo tiene el legítimo derecho a manifestarse, y es algo saludable para el mantenimiento de la democracia, ya que "los de arriba" pueden así sintonizar con el pueblo llano. Ellos moran en su nube, pero tienen que aterrizar, y enfrentarse a la realidad ciudadana. Asumo la protesta, la indignación e incluso la actitud colérica de ciertos colectivos. Sin embargo aconsejaría fervientemente la moderación, es el mejor camino, créanme. Gracias a los padres de la libertad, tenemos las urnas para elegir a nuestros gobernantes, y así el devenir de nuestro amado país, España.
Artículo escrito por Jesús Kuicast
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