viernes, 11 de abril de 2014


Hace poco escuché a Elena Valenciano hablar en un acto del PSOE previo a la campaña electoral de las elecciones europeas. No pude evitar compadecerla. Esta señora, que será la cabeza de lista del PSOE, pone de manifiesto en cada una de sus intervenciones públicas sus complejos y su discurso incongruente.  No daré más protagonismo a la figura de Valenciano, puesto que lo que resultó de especial interés para mí fue una de las afirmaciones que realizó en dicho evento. Ahí va:

“España solo saldrá de la crisis si Europa es gobernada por la socialdemocracia”

Los socialdemócratas, aferrados a sus principios ideológicos, se niegan a entender que no pueden gestionar esta crisis. Ni siquiera reconocen que, al menos en España, fueron un factor agravante de la misma. Sus planteamientos fundamentales en materia socioeconómica han chocado contra un muro que no saben superar: el endeudamiento público.

De los muchos frentes a los que hay que hacer frente para tratar de solventar la crisis actual, el de la deuda pública es quizás el más delicado, que no el más importante, lugar que ocupa sin duda el desempleo. En los prolegómenos de la crisis, gran parte de Europa estaba sumida en una espiral de gasto público desmedido que construyó una base sólida sobre la que se sostendrían la mayoría de los problemas económicos a los que se vería sometido el continente.

Los acontecimientos se fueron sucediendo, alcanzando su punto crítico con la intervención de la Unión Europea en países como Grecia, Portugal o Irlanda para evitar que cayeran en bancarrota. Las directrices de Europa a los países de la Unión fueron claras: austeridad y reducción del déficit. Recomendaciones acertadas, pero mal ejecutadas. Subidas de impuestos y recortes fueron los mecanismos elegidos para tratar el problema, aplicados de manera especialmente severa en los países rescatados.

En el caso concreto de España, habíamos alimentando un modelo de estado de bienestar insaciable e ineficiente, convirtiéndolo en un “estado del malgastar” que junto al modelo de organización territorial autonómico, habían llevado las cifras de déficit público a niveles insostenibles. Por supuesto, Europa nos recetó la misma cura, y el Gobierno del PP se está dedicando a ejecutarla, instalando el malestar entre la población y haciendo brotar un socialismo irracional contrario a casi todo y a casi todos.

La propuesta de la socialdemocracia pasa por aumentar las inversiones públicas, generar empleo también público y en definitiva, hacer que sea el Estado quien reactive la economía y asegure el bienestar de los ciudadanos. Su justificación teórica, el keynesianismo; su justificación histórica, los resultados del New Deal. Como siempre.

Reacios a modificar lo más mínimo su idolatrado estado del bienestar, proponen expoliar a las rentas altas y a los empresarios para sostener su modelo de bienestar. Luchan, según dicen, por los derechos sociales que les está arrebatando la “derecha” europea.

Coincido con ellos en que los métodos aplicados para salir de la crisis no han sido acertados, pero no entiendo cómo pueden seguir basando su programa económico en gastar. ¿Por qué insisten en pasar por alto el factor del endeudamiento público? Su propuesta de entrar de nuevo en la espiral de gasto está condenada al fracaso. El ejemplo lo tenemos en Francia, donde el gobierno socialista de François Hollande tan solo ha conseguido incrementar el déficit, endeudar al país, elevar el paro y agravar la situación económica general de Francia, con el consiguiente descontento social.

La tan generalizada idea socialdemócrata de que paguen más los que más tiene, o lo que es lo mismo, expoliar a base de impuestos a todo aquel que tenga dinero, no es suficiente para sostener su modelo social. Tampoco vale de nada señalar y demonizar a los bancos. La socialdemocracia no puede sacarnos de esta. Solo puede causar más problemas. Solo dibuja a la gente una realidad desproporcionada.


Reducción de las dimensiones del Estado, transformación de los servicios públicos para hacerlos prácticos, justos y eficientes, bajadas de impuestos… este debería ser, en mi opinión, el camino a seguir.

Artículo escrito por Adrián Nicolás Doblas.

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