Actualmente somos testigos oculares de como la juventud y la senectud se transforman en zombies noche tras noche. Se ha perdido la mesura, ha desaparecido la cordura. Los jóvenes posmodernos se hallan en un estado de frustración existencial. ¿Por qué? Porque se han aferrado a las ideas ateas-nihilistas-científicas que provocan en su interior un desasosiego permanente que nada ni nadie puede serenar. Los grandes poderes secretos han manipulado a la población mundial de una manera desconsiderada y pretenciosa, pues han cambiado las prioridades vitales del ser humano. La espiritualidad ayudaba y sigue ayudando a aquellos que la buscan, encontrando un sentido último a sus vidas. La admirable persecución de una realidad trascendental que nos colma de esperanza y amor.
Lamentablemente los perversos illuminatis han logrado su impío cometido. La confusión está insertada en las mentes, ¿qué somos?,¿por qué estamos aquí?,¿existe Dios?, ¿somos una broma pesada de la aleatoria evolución? Fruto de la desesperanza al no encontrar respuestas a todas estas cuestiones, los humanos posmodernos sucumben a las sustancias estupefacientes. "En cualquier fiesta que se precie se necesita de mucho alcohol y de buenas mujeres", comenta un irreverente de cuyo nombre prefiero no acordarme. Las fiestas son espacios de tiempo concebidos para la socialización y diversión. ¡Pero no para la ejecución de aberraciones!
La gran mayoría de la población mundial recurre al alcohol, alteran sus conciencias transformándose en zombies, carentes de personalidad propia. La idiosincrasia del ser se pierde con la alteración del normal estado de la conciencia. Si al nocivo alcohol le sumas la ingesta de drogas, ¡las cabezas enloquecen llevando a las personas a cometer actos indecentes e incluso malévolos! Una fiesta que comenzó con humanos puede acabar como un circo de monos blasfemos.
Queridos hermanos, os exhorto humildemente a abandonar inmediatamente el consumo de alcohol y a cerrar las puertas a las diabólicas drogas. Una persona carece de todo interés cuando deja de ser ella para convertirse en "eso-luciferino". Disfrutar de la vida no te da derecho a destruir tu cuerpo y tu mente, que son propiedad del creador.
Artículo escrito por Jesús Kuicast
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