Mis estimadísimos lectores, me siento eufórico por una grata experiencia de la que he podido disfrutar gloriosamente. La vida está llena de "picos y valles", y hemos de mantenernos en un estado medio, lo más ecuánime posible, mas en ocasiones la gracia divina nos inunda extásicamente. El artículo que hoy me concierne trata sobre una película que consiguió provocar en mí el estado místico de la "euforia trascendental." Era una tarde con tintes cinematográficos, por lo que decidí fervientemente asistir al cine en aras de visualizar un célebre film, titulado "Maléfica".
Es una película producida por el gigante audiovisual "Disney", algo que puede frenar a aquellos que tengan la firme intención de ver el film. Si bien es cierto que en las películas de Disney destacan sobremanera las temáticas infantiles y juveniles, en este excepcional caso prima una inteligente y espiritual trama, concebida para iniciados en el arte de la reflexión. Maléfica es una película elucubrada para mostrar que ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan malos. Una producción que nos muestra el verdadero amor, que se aleja mucho del extendido concepto "eros", asociado al amor sensual. Un sentimiento ultrasensorial que sólo tiene cabida en las almas puras, aquellas no contaminadas por los atributos humanos. ¿Qué hay detrás de aquellos seres que se manifiestan como tenebrosos y perversos?,¿son seres malvados per natura?
La traición es uno de los actos más terribles del cosmos, pues tanto el traidor como el traicionado padecen infinitos males derivados de tal acto. El traidor sucumbe a las sombras, pues toda acción perjudicial pertrechada conlleva una atroz consecuencia para el ejecutor. El traicionado, herido por el engaño, cae en una tristeza avisal. Un sentimiento que dará lugar posteriormente a la ira, que finalmente concluirá en la venganza. Viles seres son aquellos que traicionan a sus amados.
Todos conocemos la historia de "La bella durmiente", la historia de una maldición. ¿Te han contado alguna vez la verdadera historia?
Artículo escrito por Jesús Kuicast.
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