sábado, 11 de octubre de 2014


Estimados y honorables lectores, un día más en mi vida, me dispongo a deleitarles con mi arte escritural. Aquejado por ciertos comentarios acerca de mi labor articulista, no tengo mejor forma de sanar las heridas que prosiguiendo con mi excelso menester. Aquellos que se encuentran en estado de ceguera espiritual, deben sanar los ojos del corazón; si algo pretenden comprender en este ,nuestro complejo universo. He sido tachado de mil y unas cosas a causa de ciertos artículos calificados de cáusticos. Mas no habré jamás de obviar la infinitas felicitaciones que recibo por parte de duchos en la mente y el espíritu. Mis queridos seguidores y detractores, sin más dilación procederé a exponer el asunto que hoy abordaré: la tauromaquia y la necesidad inmediata de su renovación.

Es cierto que el arte de lidiar con los toros ha sido practicado en nuestro país desde tiempos inmemorables, convirtiendo este arte en algo digno de protección nacional, ya que es una seña inequívoca de españolismo. El toro es un animal sobre el que se ha tenido cierto interés en los países mediterráneos desde milenios atrás. Los sabios griegos saltaban por encima de  los cuernos del toro bravo, con el objetivo de iniciarse así en un ritual iniciático. Así como la religión mitraica usaba como animal expiatorio al toro. Sin embargo en la actualidad, la polémica es inevitable, pues en países hispanos se celebran corridas de toros, donde el torero pone el broche final al dantesco espectáculo, acabando lamentablemente con la vida del inocente animal, ¿es lícito esta arcaica práctica que acaba con la vida del toro de manera innecesaria? Obviamente, cualquier individuo que se deje guiar por la lógica y el corazón no tendrá más remedio que manifestar la ilicitud moral de la tauromaquia. Sin embargo la gran mayoría de nacionalistas españoles defienden esta práctica acérrimamente ya que es seña internacional de identidad ibérica, como ya he mencionado anteriormente. Las tradiciones por el mero hecho de serlo, no han de ser positivas y correctas moralmente. Nos hallamos inmersos en una era en la cual la consciencia humana aumenta a paso agigantados, en un intento heroico de renovación humana. La sensibilidad humana adquiere mayor capacidad de empatización, y esto es una de las pocos avances morales y psicológicos positivos de los tiempos posmodernos.

Cada vez son más habituales los disturbios provocados por los antitaurinos, que desesperados por el sufrimiento animal, intentan de todos los modos factibles acabar con la denominada "fiesta nacional española". Mis queridos y fieles lectores, la armonía se halla en la moderación, en todas las facetas y prácticas humanas; por consiguiente podemos deducir que han de ser respetados aquellos que dedican su vida a este "arte", así como los que son consumidores gozosos de este espectáculo. No obstante sería ciertamente interesante proponer un renacer del arte del toreo. ¿Cómo sería esto posible? Durante meses he tenido la gran oportunidad de mantener distendidas conversaciones con individuos taurinos, así como con activistas antitaurinos. Y una vez meditado el asunto en cuestión, de manera calma y racional, he arribado a la conclusión de la necesidad de mantener esta ancestral fiesta nacional, mas renovada por completo. Mi propuesta se basa en la animalista intencionalidad de realizar corridas de toros en las cuales el animal no sea asesinado. El toro podrá llevar una suerte de escudo que le proteja de los ataques cruentos del torero. Así el "Taurus" no habrá de sufrir y morir. Los duchos en este arte serán los legítimos encargados de establecer las nuevas reglas de juego. Tradición renovada en pos del respeto a la vida animal. A tenor de todo lo redactado en este breve tratado, me agradaría sobremanera que ésta, mi reflexión, fuera considerada al menos debatible por los grandes maestros de este nacional arte, así como por las instituciones estatales.

Queridos hermanos, yo os exhorto a reflexionar en aras de obtener válidas y moderadas conclusiones.

Artículo escrito por Jesús Kuicast.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

No solo estoy deacuerdo sino que añadiría; Quien se divierte viendo el sufrimiento de tan noble animal,no es ni bueno,ni justo,ni cristiano.
Un toro debiera ser admirado no torturado,y en caso de querer continuar con tan salvaje tradición, se podría usar un estoque inofensivo pues con una coraza el animal no solo no podría correr,sino que estaría mas preocupado de quitársela que del capote.
Además: La gente va por la emoción de ver matar y de ver si pillan al torero (no nos engañemos) y con cualquier solución inteligente dejarían de ir y se acabarían los toros.