viernes, 13 de febrero de 2015


De las muchas lecciones que se aprenden en la vida, hay dos que van muy acordes con lo que quiero comentar hoy. La primera es que no todo sale como uno lo planea. La segunda, que muchas veces hay que dar un paso atrás, aunque nos disguste, para dar dos pasos adelante. Syriza, en Grecia, va camino de convertirse en el alumno aventajado de estas dos lecciones.

Tsipras y los suyos ya están al mando del Gobierno, y han empezado a aplicar algunas de las propuestas que incluían en su programa electoral. Como es bien sabido, todos sus planteamientos económicos giran en torno a la idea de que el Estado debe reactivar la economía con dinero público y, al mismo tiempo, cubrir todas las necesidades de los ciudadanos a través de servicios y prestaciones públicas. Analicemos más detenidamente estas dos ideas.

Cuando desde la izquierda se habla de que el Estado debe convertirse en el motor de la economía para generar la riqueza que reactive los diferentes sectores productivos, tengo la sensación de que desconocen por completo la realidad actual. La teoría keynesiana que utilizan como base de esta argumentación es absolutamente inútil en el contexto en el que se encuentran la mayoría de países europeos. Si nos fijamos en el caso de Grecia, observamos que la deuda pública alcanza ya el 185% del PIB, y el déficit público sigue en torno al 12%. A esta situación han llegado habiendo mantenido un gasto público equivalente al 59% del PIB. A tenor de los datos no es muy difícil intuir que Grecia tiene una crisis de deuda pública gravísima, provocada precisamente porque el Estado ha gastado de manera desmesurada en los últimos años. Syriza piensa que la inversión pública y la creación de empleo por parte del Estado llevarán a la “resurrección” económica. Supongamos que así fuese. Para cuando lo consiguiesen, ¿qué cifras alcanzaría la deuda del país? ¿Realmente piensan que los beneficios que retornarían al Estado consecuencia de esa inversión podrían cubrir el agujero generado por la misma? Por supuesto, no hay que olvidar el detalle (parece que sin importancia para Tsipras) de que todo este plan tendría que ejecutarse con dinero ajeno, pues Grecia es, a día de hoy, incapaz de sostenerse sin las ayudas europeas.

 Por otro lado tenemos la obsesión por mantener el Estado de bienestar por encima de todo y de todos. Se conciben los derechos sociales como algo sagrado que debe ser protegido a toda costa por el Estado, cueste lo que cueste. La extrema izquierda ha llevado esta pretensión hasta el límite, garantizando que el Estado cubrirá todas las necesidades de los individuos, ya sea mediante servicios públicos o mediante prestaciones sociales, aunque para ello tenga que intervenir el sector privado o vulnerar la libertad individual. Todas estas iniciativas intentan ocultar las carencias de un modelo de Estado de bienestar que es insostenible. El paternalismo exacerbado que se ha instaurado en España o Grecia no se puede financiar tal y como está planteado en la actualidad. Syriza insiste en seguir gastando en las fórmulas de bienestar social existentes, en vez de plantearse que quizás la solución está en modificar dichas fórmulas.

A estas alturas, salta a la vista más que nunca la incongruencia de partidos como Syriza o Podemos: quieren un Estado más grande y con más presencia en la economía y en la sociedad,  pero las medidas que quieren tomar a tal fin van a llevar a su autodestrucción. Es una evidencia aplastante que un país endeudado a más no poder no puede tratar de salir de la crisis endeudándose todavía más, porque lo único que va a conseguir es la bancarrota. Con otra situación de partida, en unos Estados menos intervencionistas y menos endeudados, aún tendrían margen para defender su postura. Pero como señalaba anteriormente, los planes de gasto público son un suicidio en países como Grecia o España porque lo que les ha llevado hasta donde están, en parte, han sido los excesos cometidos desde el sector público.

Espero que la lección que aprenda Syriza enseñe a Podemos y a los españoles que la prioridad es garantizar la estabilidad de un Estado que podamos pagar y que ofrezca bienestar de forma eficiente.

Artículo escrito por Adrián Nicolás Doblas. 

1 comentarios:

missley dijo...

El tan deseado estado del bienestar y el crecimiento exagerado del estado, causas del desastre económico en Crecía, y en España si llega Podemos, ya veremos, se sabe muy poco, no tienen programa, van improvisando...son " aprendiz de brujo"