De las
muchas lecciones que se aprenden en la vida, hay dos que van muy acordes con lo
que quiero comentar hoy. La primera es que no todo sale como uno lo planea. La
segunda, que muchas veces hay que dar un paso atrás, aunque nos disguste, para
dar dos pasos adelante. Syriza, en Grecia, va camino de convertirse en el
alumno aventajado de estas dos lecciones.
Tsipras
y los suyos ya están al mando del Gobierno, y han empezado a aplicar algunas de
las propuestas que incluían en su programa electoral. Como es bien sabido,
todos sus planteamientos económicos giran en torno a la idea de que el Estado
debe reactivar la economía con dinero público y, al mismo tiempo, cubrir todas
las necesidades de los ciudadanos a través de servicios y prestaciones públicas.
Analicemos más detenidamente estas dos ideas.
Cuando
desde la izquierda se habla de que el Estado debe convertirse en el motor de la
economía para generar la riqueza que reactive los diferentes sectores
productivos, tengo la sensación de que desconocen por completo la realidad
actual. La teoría keynesiana que utilizan como base de esta argumentación es
absolutamente inútil en el contexto en el que se encuentran la mayoría de
países europeos. Si nos fijamos en el caso de Grecia, observamos que la deuda
pública alcanza ya el 185% del PIB, y el déficit público sigue en torno al 12%.
A esta situación han llegado habiendo mantenido un gasto público equivalente al
59% del PIB. A tenor de los datos no es muy difícil intuir que Grecia tiene una
crisis de deuda pública gravísima, provocada precisamente porque el Estado ha
gastado de manera desmesurada en los últimos años. Syriza piensa que la
inversión pública y la creación de empleo por parte del Estado llevarán a la
“resurrección” económica. Supongamos que así fuese. Para cuando lo consiguiesen,
¿qué cifras alcanzaría la deuda del país? ¿Realmente piensan que los beneficios
que retornarían al Estado consecuencia de esa inversión podrían cubrir el
agujero generado por la misma? Por supuesto, no hay que olvidar el detalle
(parece que sin importancia para Tsipras) de que todo este plan tendría que
ejecutarse con dinero ajeno, pues Grecia es, a día de hoy, incapaz de
sostenerse sin las ayudas europeas.
A estas
alturas, salta a la vista más que nunca la incongruencia de partidos como
Syriza o Podemos: quieren un Estado más grande y con más presencia en la
economía y en la sociedad, pero las
medidas que quieren tomar a tal fin van a llevar a su autodestrucción. Es una
evidencia aplastante que un país endeudado a más no poder no puede tratar de
salir de la crisis endeudándose todavía más, porque lo único que va a conseguir
es la bancarrota. Con otra situación de partida, en unos Estados menos
intervencionistas y menos endeudados, aún tendrían margen para defender su
postura. Pero como señalaba anteriormente, los planes de gasto público son un
suicidio en países como Grecia o España porque lo que les ha llevado hasta
donde están, en parte, han sido los excesos cometidos desde el sector público.
Espero
que la lección que aprenda Syriza enseñe a Podemos y a los españoles que la
prioridad es garantizar la estabilidad de un Estado que podamos pagar y que
ofrezca bienestar de forma eficiente.
Artículo escrito por Adrián Nicolás Doblas.
1 comentarios:
El tan deseado estado del bienestar y el crecimiento exagerado del estado, causas del desastre económico en Crecía, y en España si llega Podemos, ya veremos, se sabe muy poco, no tienen programa, van improvisando...son " aprendiz de brujo"
Publicar un comentario