viernes, 13 de marzo de 2015


Todos nos hallamos consternados en la familia, pues no era plato de buen gusto saber que el más pequeño de la progenie de mis padres afirmara ver "cosas extrañas", como el siempre las denominaba. El pobre niño llevaba muchos días postrado en cama, pues sus experiencias paranormales habían sido tan fuertes que su alma estaba conmocionada ante tanto desconcierto. Sin más dilación determiné acercarme a su cuarto para charlar con él, intentar apoyarlo en estos momentos tan duros de su vida. No voy a negar que todo lo acaecido en casa provocaba en mí un ferviente deseo de marcharme lo más lejos posible de allí; la energía oscura abundaba...Llamé a la puerta, y con voz tímida y enfermiza el niño me manifestó su deseo de que me introdujese en la "habitación del calvario". Me acerqué pausadamente hacia la cama, lo miré a los ojos y le pregunté. 

-¿Cómo estás?

No hubo respuesta verbal, sólo unos ojos vidriosos que transmitían el inmenso miedo que estaba padeciendo desde que las apariciones se hicieron cada vez más frecuentes. Cogí su pequeña mano y me reafirmé en mi posición de auxilio, pues aunque no soportara tales situaciones, haría por él lo que estuviese en mi mano.

El silencio imperaba en la habitación congelando las almas de los vivos. Sin titubear le pregunté.

-¿Qué es lo que ves Mariano? 

Se incorporó rápidamente y gritó: 

-¡A vecesss veo a miembros de Podemosss! Todo cobraba sentido, pues la cara de Pablo Iglesias y la mirada odiosa de Monedero entre lentes circulares podían provocar el temor más fóbico jamás experimentado.

Ironías de Jesús Kuicast.

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