miércoles, 11 de marzo de 2015


La inmigración se ha convertido en uno de los problemas más acuciantes y menos atendidos que tiene nuestro país. La permisividad que se instauró en tiempos del el ex-presidente Zapatero con respecto a la llegada de extranjeros, fuese cual fuese su condición legal, ha saturado nuestras calles de inmigrantes y ha fomentado el conocido como “efecto llamada”. Ahora, observamos como miles de inmigrantes tratan de entrar ilegalmente en España saltando las vallas de Ceuta y Melilla, sabedores de los escasos impedimentos con los que se encontrarán para permanecer en el país si consiguen atravesar el tramo fronterizo.

Antes de hacer cualquier comentario sobre este tema debe quedar claro que yo soy el primero que lamenta profundamente la situación que sufren estas personas en sus países de origen, y entiendo la tragedia humanitaria que sufren estos individuos. Sin embargo, ya estoy cansado de la falsa moral que nos venden algunos con respecto a este tema. Estoy cansado del doble rasero y de los que exigen que se aplique la ley sin condiciones en algunos temas, como la corrupción, y en este asunto se esconden bajo esa falsa moral que tanto se nos quiere inculcar.

Tampoco soy un defensor de acabar con todo tipo de inmigración, dado que es necesaria para cubrir algunas de las carencias sociales y económicas que todo país tiene. El problema es que en España se nos ha ido de las manos. No hemos controlado los flujos migratorios, ni hemos velado por que todos los inmigrantes estuvieran en situación legal. Y lo peor es que seguimos sin ser contundentes en nuestra frontera. Se le da muchas vueltas al asunto cuando la solución es lógica: cualquier persona que cruce la frontera de forma ilegal debe ser detenida y enviada de nuevo al otro lado. Da igual si se la atrapa en el acto o a 200 metros de la valla, esa persona está cometiendo una irregularidad que debe ser subsanada de la forma más rápida posible. Esto es aplicable a los que ya están el país, pues cualquier inmigrante ilegal que sea localizado debe ser devuelto a su país de manera inmediata. Es increíble que en España se debata, por ejemplo, si los “sin papeles” deberían tener derecho a asistencia sanitaria, cuando la única realidad es que no deberían tener derecho a nada porque no deberían estar aquí. Este tipo de debates no tendrían que existir en un país serio.


Algunos se creen que dejándoles entrar o quitando las vallas fronterizas vamos a solucionar algo. Se equivocan. Lo único que hacemos es forzar a España y a los españoles a asumir una carga que no tienen por qué soportar, manteniendo las dificultades que ellos tienen en sus países y agravando las que nosotros ya tenemos aquí. Es muy urgente tomar el mando de la situación y acabar con todo tipo de inmigración ilegal. O somos contundentes, o solo conseguiremos agravar la situación.

Artículo escrito por Adrián Nicolás Doblas.

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