Magnánimos e benévolos lectores, mi
retorno vuelve a ser un hecho. La vida me conduce constantemente hacia la llama
divina, aquella que es sempiterna, jamás se extingue. Antes de iniciar este
glorioso tratado he rezado fervientemente a la Santísima Virgen María con el
humilde objetivo de ser iluminado por su bienaventurada dulzura y he obtenido
clarividencia celestial. Serenísimos y devotos lectores, en el día presente me
veo en el trascendental compromiso de tratar un asunto que no es de agrado
colectivo, pero ¿no es más cierto que el deber celestial ha de prevalecer sobre
el deseo mortal? Siendo consciente de esta suma verdad, sin más dilación
procederé a exponer el tema que hoy nos concierne. ¿Es el islam, en su vastedad
de corrientes ideológicas una religión perversa y nociva para la humanidad?
Actualmente el mundo occidental contempla
atónito como el nuevo autoproclamado Estado Islámico se está haciendo con un
ingente ejército, dotado de letales armas bélicas. Bajo las órdenes del supremo
califa Abu Bakr al-Baghdadi, sus ejércitos borregueros están cometiendo
verdaderas atrocidades, crímenes contra la humanidad. Miles de cristianos,
chiies y yazidíes están siendo torturados y asesinados por no renunciar a sus
creencias religiosas y político-sociales. La piedad no existe para los sicarios
del Estado Islámico; están librando una guerra santa (la yihad) con el objetivo
primordial de acabar con los infieles, aquellos que rechazan la fe islámica,
religión fundada hace siglos por el profeta iniciado Mahoma. Su libro sagrado
es "El Corán" y su ley social "La Sharía". Tanto el Estado
Islámico como el macrogrupo terrorista Al Qaeda padecen de una enfermiza
interpretación del Corán. Yo he tenido la oportunidad de estudiar profundamente
este sagrado libro durante un largo periodo temporal, hallando en Él una
belleza indescriptible. Una interpretación contemporánea, esotérica y
omniabarcante del texto musulmán nos conduce a conclusiones maravillosas sobre
Dios. Mahoma recibió del Ángel Gabriel las palabras que conforman el sagrado y
místico Corán.
Obviando a todos aquellos grupos
radicales, ortodoxos y fundamentalistas agresivos, si nos esforzamos
concienzudamente, podemos hallar en la religión islámica verdades irrefutables
sobre Dios, nuestro Señor. El Corán es un libro sagrado que nos transporta al
mismísimo cielo, envolviéndonos en un halo místico indescriptible para los
profanos. La oración en es el Islam, consiste en una ejecución precisa y
calculada en aras de producir en el orador una suerte de éxtasis místico que
establece un hilo conductor con Dios. Un credo hermoso y revelador. Existen
diversas ramas pacíficas de esta hermosa religión, pero con el objetivo de no
extenderme en exceso citaré a los sufíes, una rama islámica en la que prevalece
la interpretación esotérica del Corán. Sus practicantes son seres consagrados a
Dios a través de la oración y el misticismo, testimonio directo de Dios. Se
hallan en su mayoría en la península de Anatolia. Sería mezquino por mi parte
no recalcar que la rama mayoritaria del islam, el sunismo, es de por sí
contraproducente. Pues aunque su interpretación del Corán es literal, las
autoridades sunitas no propugnan la guerra santa cuales depredadores en busca
de sangre infiel. El chiismo, la segunda rama islámica más numerosa comprende una
interpretación más compleja del Libro Sagrado, con una jerarquía religiosa más
rígida.
Hubo un bello amanecer el que tomé la
firme determinación de leer y analizar El Corán. Descubrí que las masacres que
se están cometiendo en nombre de Dios no han sido promovidas por tal libro. El
analfabetismo y la pobreza en muchos países árabes provocan la radicalización
de chicos y chicas sin conocimientos de causa, pasto fácil para los líderes
insurgentes y manipuladores de organizaciones terroristas despiadadas. Culpables
eternos de la creación del estereotipo musulmán negativo a nivel mundial.
Millones y millones de personas siguen sana, provechosa e inofensivamente
para el resto de la humanidad el libro sagrado que Dios reveló a través de
Gabriel a su último profeta, Mahoma. No negaré el carisma fundamentalista de
teocracias como Arabia Saudí, o Repúblicas islámicas como Irán. Sin embargo
creo vehementemente que no es criticable el estilo de vida
religioso-integrista, pues qué lecciones podemos impartir en occidente, qué
podemos ofrecerles en una sociedad consumista y trivial, ¿una coca-cola, y una
deshumanización diabólica? Dos mundos contrapuestos, destinados a convivir en
un mismo planeta. Dios nos ama a todos por igual, los hijos musulmanes están
muy cerca de la verdad en su plenitud. ¿Qué necesitan para vivir la verdad en
su plenitud? A Jesucristo.
Los musulmanes no merecen ser tratados
como pordioseros terroristas; no debemos andar por la otra acera cuando veamos
a un matrimonio musulmán, pues hemos de respetar profundamente su peculiar
estilo de vida social, relacionado intrínsecamente con su áureo credo. A
diferencia de muchos cristianos, los musulmanes no han olvidado a Dios,
apartándolo de sus vidas. Allah es el pilar fundamental de sus vidas. La "comunidad
musulmana mundial moderada" precisa de un debido respeto, pues la
radicalización de muchos de sus hermanos en la fe, no es responsabilidad suya
en modo alguno, Como cristiano me encantaría brindar mi apoyo a todos aquellos
musulmanes que se sientan discriminados a causa de los prejuicios que padecen
por una población asustada ante las brutalidades dantescas que son pertrechadas
por aquellos que se han dejado persuadir por el radicalismo islámico
terrorista, que nada tiene que ver con los verdaderos musulmanes.
Queridos hermanos, yo os exhorto a mirar
con los ojos del corazón, a no prejuzgar y saber diferenciar.
Artículo escrito por Jesús Kuicast.
1 comentarios:
Como siempre un 10 Jesús. Tus artículos son sublimes. Un saludo
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