sábado, 13 de septiembre de 2014


Magnánimos e benévolos lectores, mi retorno vuelve a ser un hecho. La vida me conduce constantemente hacia la llama divina, aquella que es sempiterna, jamás se extingue. Antes de iniciar este glorioso tratado he rezado fervientemente a la Santísima Virgen María con el humilde objetivo de ser iluminado por su bienaventurada dulzura y he obtenido clarividencia celestial. Serenísimos y devotos lectores, en el día presente me veo en el trascendental compromiso de tratar un asunto que no es de agrado colectivo, pero ¿no es más cierto que el deber celestial ha de prevalecer sobre el deseo mortal? Siendo consciente de esta suma verdad, sin más dilación procederé a exponer el tema que hoy nos concierne. ¿Es el islam, en su vastedad de corrientes ideológicas una religión perversa y nociva para la humanidad?

Actualmente el mundo occidental contempla atónito como el nuevo autoproclamado Estado Islámico se está haciendo con un ingente ejército, dotado de letales armas bélicas. Bajo las órdenes del supremo califa Abu Bakr al-Baghdadi, sus ejércitos borregueros están cometiendo verdaderas atrocidades, crímenes contra la humanidad. Miles de cristianos, chiies y yazidíes están siendo torturados y asesinados por no renunciar a sus creencias religiosas y político-sociales. La piedad no existe para los sicarios del Estado Islámico; están librando una guerra santa (la yihad) con el objetivo primordial de acabar con los infieles, aquellos que rechazan la fe islámica, religión fundada hace siglos por el profeta iniciado Mahoma. Su libro sagrado es "El Corán" y su ley social "La Sharía". Tanto el Estado Islámico como el macrogrupo terrorista Al Qaeda padecen de una enfermiza interpretación del Corán. Yo he tenido la oportunidad de estudiar profundamente este sagrado libro durante un largo periodo temporal, hallando en Él una belleza indescriptible. Una interpretación contemporánea, esotérica y omniabarcante del texto musulmán nos conduce a conclusiones maravillosas sobre Dios. Mahoma recibió del Ángel Gabriel las palabras que conforman el sagrado y místico Corán.

Obviando a todos aquellos grupos radicales, ortodoxos y fundamentalistas agresivos, si nos esforzamos concienzudamente, podemos hallar en la religión islámica verdades irrefutables sobre Dios, nuestro Señor. El Corán es un libro sagrado que nos transporta al mismísimo cielo, envolviéndonos en un halo místico indescriptible para los profanos. La oración en es el Islam, consiste en una ejecución precisa y calculada en aras de producir en el orador una suerte de éxtasis místico que establece un hilo conductor con Dios. Un credo hermoso y revelador. Existen diversas ramas pacíficas de esta hermosa religión, pero con el objetivo de no extenderme en exceso citaré a los sufíes, una rama islámica en la que prevalece la interpretación esotérica del Corán. Sus practicantes son seres consagrados a Dios a través de la oración y el misticismo, testimonio directo de Dios. Se hallan en su mayoría en la península de Anatolia. Sería mezquino por mi parte no recalcar que la rama mayoritaria del islam, el sunismo, es de por sí contraproducente. Pues aunque su interpretación del Corán es literal, las autoridades sunitas no propugnan la guerra santa cuales depredadores en busca de sangre infiel. El chiismo, la segunda rama islámica más numerosa comprende una interpretación más compleja del Libro Sagrado, con una jerarquía religiosa más rígida.

Hubo un bello amanecer el que tomé la firme determinación de leer y analizar El Corán. Descubrí que las masacres que se están cometiendo en nombre de Dios no han sido promovidas por tal libro. El analfabetismo y la pobreza en muchos países árabes provocan la radicalización de chicos y chicas sin conocimientos de causa, pasto fácil para los líderes insurgentes y manipuladores de organizaciones terroristas despiadadas. Culpables eternos de la creación del estereotipo musulmán negativo a nivel mundial. Millones y millones de personas siguen sana, provechosa  e inofensivamente para el resto de la humanidad el libro sagrado que Dios reveló a través de Gabriel a su último profeta, Mahoma. No negaré el carisma fundamentalista de teocracias como Arabia Saudí, o Repúblicas islámicas como Irán. Sin embargo creo vehementemente que no es criticable el estilo de vida religioso-integrista, pues qué lecciones podemos impartir en occidente, qué podemos ofrecerles en una sociedad consumista y trivial, ¿una coca-cola, y una deshumanización diabólica? Dos mundos contrapuestos, destinados a convivir en un mismo planeta. Dios nos ama a todos por igual, los hijos musulmanes están muy cerca de la verdad en su plenitud. ¿Qué necesitan para vivir la verdad en su plenitud? A Jesucristo.

Los musulmanes no merecen ser tratados como pordioseros terroristas; no debemos andar por la otra acera cuando veamos a un matrimonio musulmán, pues hemos de respetar profundamente su peculiar estilo de vida social, relacionado intrínsecamente con su áureo credo. A diferencia de muchos cristianos, los musulmanes no han olvidado a Dios, apartándolo de sus vidas. Allah es el pilar fundamental de sus vidas. La "comunidad musulmana mundial moderada" precisa de un debido respeto, pues la radicalización de muchos de sus hermanos en la fe, no es responsabilidad suya en modo alguno, Como cristiano me encantaría brindar mi apoyo a todos aquellos musulmanes que se sientan discriminados a causa de los prejuicios que padecen por una población asustada ante las brutalidades dantescas que son pertrechadas por aquellos que se han dejado persuadir por el radicalismo islámico terrorista, que nada tiene que ver con los verdaderos musulmanes.

Queridos hermanos, yo os exhorto a mirar con los ojos del corazón, a no prejuzgar y saber diferenciar.


Artículo escrito por Jesús Kuicast.

1 comentarios:

scila dijo...

Como siempre un 10 Jesús. Tus artículos son sublimes. Un saludo