viernes, 26 de diciembre de 2014


La política es la práctica más común que realiza el ser humano por excelencia, debido a su condición de ser social. El hombre no puede vivir sin hacer política, porque sería contraria a su naturaleza humana de ser gregario. Así el hombre, como ser individual, vive su individualidad de manera comunitaria. No puede dejar de ser quien es, pero también es lo que es debido a los otros. No puede subsistir por sì mismo, siempre ha necesitado de los demás, no solo de manera técnica, sino incluso de manera existencial, ya por los otros, piensa, habla, tiene una cultura y una patria, etc; es decir, su entidad individual es también producto de los otros. Sin dejar su individualidad de lado y su autenticidad, la persona humana debe de aprender a vivir bajo las normas de la comunidad y participar en la plenitud y la planeación de estas, para el bien común.
El cristiano en la situación política
Sabiendo que el cristiano vive con los otros diferente a él, debe saber cómo poder participar en la política, sin prescindir de su fe, buscando el bien común de todos. Así pues el cristiano no debe de ser un individuo aislado de los demás, sino que debe aprender a vivir su fe entre otros que no la practican o no la conocen y buscar la realización de la plenitud social para los demás. Esto no quiere decir que el cristiano no deba de participar en política, al contrario, debe de ser aquel que sea “la sal del mundo”, es decir, que guie a la humanidad a la plenitud social que tanto anhela; no de manera utópica, sino de manera plena.
Desafortunadamente los gobiernos del mundo han optado por (y mas por fines de poder que por cuestiones de justicia) imponer un estado laico, donde a la religión la han querido guardar en los rincones más olvidados de los hogares. Confundiendo (¿o más bien intencionalmente?) un estado donde se practica el laicismo con un estado laicista: el primero suprimiendo cualquier dialogo con la religión y el segundo como una apertura al diálogo sincero con la religión.
La escusa de no tomar en cuenta a la religión en un gobierno es por la búsqueda de una autentica “igualdad” entre los individuos, y que no haya discriminación por parte de ciertos grupos sociales. Pero el verdadero fin de estos estados que pretenden dejar en el olvido a las religiones es el control total sobre los individuos, para sus propios fines. Lo podemos ver a través de la historia, los regímenes totalitaristas como el de Stalin, del de Fidel Castro, etc (¿y no será también totalitarismo disfrazado de pluralidad ese sistema económico Neo-Liberal que nos lleva al desprecio de todo lo histórico?), que quisieron erradicar la religión y el hambre de Dios de sus ciudadanos para centrarse solamente en el servicio del estado.
Dad lo que es del Cesar al Cesar y a Dios lo que es de Dios”
La frase de Jesús dicha a los fariseos ante la trampa que estos le habían puesto es víctima de manipulación entre aquellos que quieren hacer desaparecer la participación de las religiones en la política. Suelen asociarla a que las cosas de Dios (creyentes) no tienen porque opinar acerca de la política. Estos casos lo hemos visto muchas veces, y no hace falta recordar la respuesta de muchos “intelectuales” del siglo XIX ante la Rerum Novarum del Papa Leon XIII, aludiendo que el Papa no tenía porque meter la boca en estos asuntos del estado.
Sin embargo, la frase Jesús es mucho más profunda de lo que creen nuestros “intelectuales” de hoy en día. La frase de Jesús nos da a entender es que “Cesar no es Dios”. Remi Brague, uno de los intelectuales más importantes y ganador del Premio Ratzinger en el 2012, en una conferencia donde presentaba su libro sobre la Ley de Dios en Paris le preguntaron acerca de lo que pensaba de los 100 años de emancipación de la religión con el estado, a lo que Brague respondió: Oiga, ¿Qué no son 2,000 años? Desde niño siempre recuerdo lo que nos decían acerca de la revolución francesa y de Juárez, como aquellos que salvaban al estado de la iglesia, cuando realmente es al revés: La Iglesia nos salva de las garras del estado. “Dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar” Esto quiere decir que Cesar no es Dios!! Ni Hitler, ni Mao, ni Stalin, ni López Obrador, ni Hugo Chávez, Ni Pol Pot, etc.
Sabiendo esto, el cristiano debe de saber que no debe de buscar una política sofocante del individuo, sino una que lo lleve a su plenitud de vida. Es por ello que debe de procurar buscar su participación en la política, porque es consciente que su misión evangélica es por el bien común de todos.
Artículo escrito por Raul Jorge Rodriguez Garza.

3 comentarios:

Antonio Saez dijo...

Totalmente de acuerdo.

Francisco55 dijo...

Qué bueno que cada día haya más articulistas en este maravilloso blog. Saludos desde Venezuela

Anónimo dijo...

Fenomenal como todo lo que publicáis en este blog...