sábado, 30 de agosto de 2014


Queridísimos y fieles lectores de todo el mundo, en el día presente una idea me preocupa sobremanera. Sus excelencias son conscientes de la vehemencia de mis reflexiones, benignas mas jamás protervas, como algunos individuos relativistas e intolerantes insinúan insidiosamente. Mi mente es innatamente meditativa, y esto es considerado por mí un don concedido por El Altísimo. Todos hemos sido creados y preordenados con un fin preciso. En estos momentos históricos, mi deber es la leal transmisión de la verdad espiritual y racional. La verdad no siempre es adecuadamente recibida por las gentes del mundo, ya que la verdad es luz; preciosa metáfora esclarecedora. Muchos quedan deslumbrados y posteriormente ciegos al tomar conciencia de la verdad revelada. Sin más dilación me dispongo a tratar acerca de una nueva práctica perturbadora entre la población, el denominado sexo libre, padre de la hipersexualización social.

Moramos en tiempos difíciles, las sociedades occidentales no cesan en la nociva promoción y expansión de las ideas progresistas hipersexualizadoras. Los considerados inadecuadamente como antiguos dogmas religiosos han quedado lamentablemente relegados a un plano casi marginal. ¿Dónde ha quedado la  excelsa virtud de la castidad antes del matrimonio?, ¿ y la virtud de la modestia? Muchos preceptos brindados amorosamente por la Santa Iglesia Católica están cayendo en el lúgubre olvido. Este fenómeno se está dando mayoritariamente entre jóvenes y maduros que se consideran creyentes libres e independientes, desobedeciendo a la Iglesia de Dios en la Tierra, sin la cual no es posible obtener la gloriosa salvación. Los neocreyentes no desean intermediarios entre ellos y Dios. Sin embargo la Iglesia no es un intermediario, sino un puente para llegar a Cristo a través del amor,  de la comprensión y de la paciencia que nos brinda la santísima Virgen María. La Iglesia Católica Apostólica Romana es el cuerpo místico de Cristo en la Tierra; un concepto complejo de entender pero fácil de sentir.

El sexto mandamiento nos insta a no cometer actos impuros, y el noveno a no consentir pensamientos ni deseos impuros. La virtud de la castidad perpetua o voto de castidad es la entrega total del ser a Dios, renunciando a la sexualidad humana para alcanzar el amor más puro y fraternal del Dios Trino. Aquellos que optan por la vocación matrimonial han de esforzarse en practicar la continencia sexual, pues el sexo es un poder divino procreativo reservado para los unidos en santo matrimonio. El sexo es un medio, no un fin en sí mismo. Cuando el medio es considerado fin, y el fin es anulado, se produce la satánica y temible perturbación moral. Esto es lo que acaece en la actualidad: la perturbación moral se propaga como un pernicioso virus, enfermando las almas de aquellas personas que confundidas por los malévolos poderes del "sistema de cosas" creen estar haciendo lo correcto y cabal. Ahora más que nunca es frecuente observar como los novios católicos no practicantes se casan, portando los novios un gran traje de chaqueta, y las novias un hermoso vestido blanco, símbolos que deberían ser sólo y exclusivamente reservados para aquellos que han cumplido debidamente con el proceso prenupcial cristiano. Para aquellos que lo desconozcan, el blanco es el emblema de la pureza y la pulcritud. ¿Una novia que ha quebrantado la castidad con su novio merece vestir del color de la pureza? Absolutamente no.

La corriente de pensamiento posmoderna posee un tinte platónico en cuanto a un claro dualismo antropológico, pues el cuerpo es una suerte de prótesis material del espíritu. En coherencia con esta ideología antropológica, todo lo que se ejecute con el cuerpo es lícito, pues tratamos de materia dinámica, corruptible y en constante cambio. Lo verdaderamente importante, el alma o espíritu, permanece intacto sin sufrir las consecuencias de los actos pertrechados corporalmente por el agente activo. Sin embargo esta corriente ideológica es contraria a la luminosa y divina doctrina cristiana. Los actos corporales repercuten directamente en el alma. El cuerpo es el templo del espíritu; un regalo precioso concedido por Dios, por lo que es nuestro deber preservarlo de la más pulcra manera. El cuerpo está intrínsecamente ligado al alma; ambos coexisten en divina armonía conformando el ser humano.

Precisamos de una autoridad moral competente que regule los medios de comunicación, instigando amorosa y bienintencionadamente a las empresas y a los anunciantes a tomar conciencia del gravísimo problema occidental de la hipersexualización. Los gobiernos del "primer mundo" son los responsables de que esta epidemia aberrante aumente exponencialmente. Las poderosas autoridades deben establecer una férrea censura mediática en asuntos relacionados con la sexualidad, sensualidad y violencia gráfica (asunto a tratar próximamente). En internet cualquier individuo (de cualquier edad) puede acceder a un sinfín de páginas webs que ofrecen servicios de prostitución así como material visual pornográfico. Me siento en la obligación moral de recalcar la importancia de seguir los mandamiento de la Iglesia, concebidos para protegernos de todo mal. A tenor con el tema de la pornografía reiteraré el noveno mandamiento: no consentirás pensamientos ni deseos impuros. La pornografía puede ser más adictiva que el propio crack, nos desvela una psiquiatra norteamericana tras arduos años de investigación. La perversión pornográfica contamina la mente consciente y subconsciente, conformando individuos obstinados con el sexo y la impiedad.  ¿Por qué no son clausuradas todas y cada una de las páginas webs de pornografía?,¿no es más cierto que quien evita la tentación, evita el peligro? Las consecuencias de la hipersexualización social ya están viendo la luz: embarazos no deseados, abortos, enfermedades mortales contagiosas, ninfomanía, prostitución precoz...

Queridos hermanos, yo os exhorto humildemente a seguir las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia, os animo a guardar sus preceptos y os invito a luchar contra el Diablo, el príncipe de las mentiras, el ser más repugnante y malévolo del cosmos.

Artículo escrito por Jesús Kuicast.

2 comentarios:

HgYelbloguero dijo...

Se ve que eres razonable pero con convicciones, la sociedad necesita gente así.
A las altas esferas le interesa porque al hipersexualizar una sociedad se reduce el interés en temas políticos

Soria trabajos informáticos dijo...

Muy buen trabajó