jueves, 6 de noviembre de 2014


Estimados y fieles lectores, un día más me aventuro vehementemente a iluminar el mundo mediante las leyes sagradas de nuestro Señor Jesucristo. Son muchos los detractores que odian coléricamente mis artículos, pues La Verdad se hace insoportable para aquellos que están cegados por la perturbación posmoderna. Es bien sabido por la Santísima Trinidad que disculpo a todo el que se dedique vilmente a proferir improperios contra mi persona, sin más ánimo que apagar la luz de una estrella. No sería justo obviar a todos aquellos que siguen mi bitácora diariamente y se nutren de las opiniones sustentadas en la tan loable reflexión iluminada. Pues todo escrito en Helios y Sapentia es fruto de revelaciones emanadas del altísimo. Admirables e ilustres seguidores, en el día de hoy me concierne un asunto de vital relevancia social y espiritual. Sin más dilación procederé a exponer el tema que me dispongo a abordar en el presente tratado: El aborto es un asesinato.

Actualmente las tendencias ideológicas posmodernas animan al ser humano a practicar “el sexo sin amor”. El contubernio judeo-masónico-comunista internacional fomenta la práctica de toda concupiscencia habida en el ser humano, pues nos hallamos en una era donde el placer es el principal fin de todo ser. ¡Cuán errado está este mundo! ¡El inevitable retorno de las prácticas de las ciudadades castigadas: Sodoma y Gomorra! Dios castigó sin piedad a estos hombres, que arribaron a extremos tan tóxicos de depravación, que Dios hubo de exterminarlos de la Tierra, en un justo acto de purificación humana.
Como bien he reiterado en precedentes artículos, la sociedad occidental contemporánea se halla bajo los influjos de los grandes conspirados del nuevo orden mundial. Esta subyugación ha traído consigo la interesada hipersexualización de la población; un negocio muy rentable para las multinacionales farmacéuticas y pornográficas. Hombres y mujeres jóvenes, no reparan lo más mínimo a la hora de mantener relaciones sexuales esporádicas y aleatorias, con el mero objetivo de satisfacer sus pasiones más innobles. Esto ha conllevado al uso de fármacos como "la píldora postcoital", utilizada el día después del aberrante y pecaminoso acto sexual libertino. Esto ya es considerado un aborto, pues desde el primer momento en el que el óvulo es fecundado por un espermatozoide, ha surgido el sagrado fenómeno de la generación de vida. Ningún cristiano ha de usar este tipo de abortivos, pues está incurriendo en un grave pecado ante la atenta mirada de Dios, nuestro Señor. Aquellos que se enorgullecen de este tipo de actitudes sexuales son pecadores satisfechos, almas alejadas de la divinidad. Humanos obnubilados por la gran confusión de los últimos tiempos. El príncipe del mal ataca ferozmente como nunca antes, en aras de separar la mayor parte de almas posibles del Dios del amor; ya que sus días de libertad comienzan a agotarse.

No obstante todo lo escrito anteriormente no es suficiente, ya que numerosos gobiernos occidentales han legalizado el aborto libre o están en proceso de llevarlo a cabo. Esto supone que la madre que alberga una criatura con alma -no debemos olvidar que la madre es un mero vehículo para Dios- tiene la posibilidad de asesinar a la criatura que porta en su vientre, si ésta no supera los veintidós meses de vida. Esto es inaceptable y punible, pues la madre no es dueña del ser humano que se está formando en su interior mediante un proceso biológico y espiritual. La responsabilidad de garantizar la protección del ser humano en sus primeras etapas de vida debe quedar bajo tutela estatal. Abortar es un despiadado asesinato en toda regla, a nivel civil y espiritual. La Iglesia deberá excomulgar a la vil pecadora que haya abortado, así como el estado habrá de tomar las medidas legales correspondientes, en contra de la osada y perturbada mujer en cuestión. Para desdicha de todo ser que guarde un mínimo de cordura, los gobiernos progresistas-rojos-socialistas y comunistas alientan a las mujeres a ejecutar estas prácticas homicidas sin ningún tipo de reparo moral, ni castigo estatal. Para "los progres", confusos con La Verdad, materialistas, comunistas y nihilistas-ateos, el aborto es un derecho inalienable de cada mujer. "Los que desafían al Dios del Todo" no consideran que deban tener el "certificado de humanidad" aquellos que aún se hallan en el vientre materno. Puedo opinar y opino que esto es un total disparate, una blasfemia, una herejía: problemas derivados de una cosmovisión errante.

Yo apuesto por la vida desde el primer segundo de su creación, porque amo el derecho a la vida. El nefasto e insulso Partido Socialista Obrero Español (PSOE) aprobó la ley del aborto imperante en España actualmente. Antes de ser condenado al ostracismo por su memez manifiesta, José Luis Rodríguez Zapatero, alias ZP, a pesar de hundir el país en la miseria más absoluta, promovió este tipo de leyes que le aseguraban el voto de los más "cool" de la sociedad. Así como la ley del matrimonio homosexual, ¿Existe alguien en esta derruida nación  que crea aún que lo hizo por amor a la causa del colectivo LGBT? El matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, una institución biológica y espiritual creada por Dios para procrear y formar una familia, base sólida de toda sociedad. Lo que no sea eso, ha de ser denominado de otra forma.


He dicho.

Artículo escrito por Jesús Kuicast

1 comentarios:

Anónimo dijo...
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