sábado, 1 de agosto de 2015


Es curioso ver como casi todos los partidos políticos existentes tratan de alejarse de las etiquetas ideológicas, situándose en el centro, en la indefinición. Sobre todo las formaciones nuevas, que se muestran ansiosas por captar a la mayor cantidad de electores posibles de todos los puntos del espectro político a los que puedan acceder. Pero las ideas y los actos se pueden catalogar, se pueden relacionar con unas formas de pensamiento u otras, y eso es lo que acaba por definir lo que eres.

Todas las formaciones tienen una base ideológica. Podrá ser más uniforme o estar más dispersa, podrá ser más radical o algo difusa, pero en mi opinión, siempre se puede adjetivar a un partido, quizás no con un calificativo, pero si con uno para cada una de las dimensiones políticas (económica, social…)

Por tanto, si hablamos de ideologías, está claro que los partidos que se encuentran en los extremos son los que tienen un ideario más marcado, aunque la mayoría de ellos traten de enmascarar sus pretensiones y ocultar su  verdadera cara. En España, el ejemplo más reciente y evidente es el de Podemos. La formación de Pablo Iglesias, que junto a Ciudadanos domina la actualidad política, está siendo constantemente cuestionada por la radicalidad de su programa. Sin centrarme en propuestas concretas, señalo a continuación cuáles creo que son las cuatro ideas fundamentales que sostienen el ideario de Podemos, y en general, el de la izquierda más a la izquierda.

1-El paternalismo estatal: el ansia por convertir al Estado en el centro de toda la dinámica social es una de las características más palpables. Papá Estado tiene que encargarse de todas y cada una de las facetas de nuestras vidas. ¿Para que no nos falte de nada? Puede ser, pero sobre todo para controlarnos. Implícitamente, supone un rechazo a la libertad individual, se niega la capacidad de los hombres y de la sociedad para organizarse de manera privada con el fin de satisfacer sus necesidades. Lo público se expande a todas las esferas de la vida, regulando y controlando casi todas las actividades. Esto implica, irremediablemente, que el Estado debe obtener recursos para poder ofrecer los bienes y servicios que la sociedad demanda. Y estos recursos los obtiene directamente de la propia sociedad: se los arrebata a sus legítimos dueños de manera arbitraria. Ya no es una cuestión de redistribución de riqueza, sino un expolio destinado a alimentar un Estado que abarca mucho más de lo que debería.

2-Gasto público: podríamos considerar este apartado como una consecuencia del anterior. Si papá Estado cada vez quiere meter sus narices en más y más asuntos, necesita realizar incrementos del gasto público para financiar estas actividades. Como mencionaba antes, los ingresos también deberán crecer, y las vías empleadas para ello serán los impuestos confiscatorios, las expropiaciones… Pero hay un punto en el que equilibrar los presupuestos resulta imposible, y el gasto comienza a convertirse en deuda. Se recurre al endeudamiento masivo con la clásica excusa populista de poner los derechos sociales/el bienestar social por encima de los mercados/los intereses privados. Si queremos saber en qué terminan estas propuestas de gasto y endeudamiento solo tenemos que mirar a Grecia, un país completamente arruinado.

3-La igualdad forzada: para esta izquierda, la igualdad social es una meta innegociable. Busca una igualdad forzada por el Estado, artificial e injusta. En lo económico, supone transformar la redistribución de la riqueza en un expolio de los que más tienen. Pretenden arrebatar a todo el que destaca el fruto de su trabajo, su esfuerzo y su talento para entregárselo a otros de manera incondicional. Se aniquila la meritocracia para imponer una igualdad que nos sume en la mediocridad y el conformismo. Es una falsa igualdad que, en el plano social, lleva a imponer una estructura social que no premia la excelencia, sino que nos iguala a todos por abajo.
4-El pensamiento único: la superioridad moral que siempre ha creído tener la izquierda se acentúa aún más en el caso de partidos como Podemos. Sus ideas son las únicas aceptables, mostrando unos niveles de intolerancia preocupantes hacia los que no piensan como ellos. Su estrategia habitual es la de meter en el mismo saco a todos aquellos que están del centro hacia la derecha del espectro político. Todos son “fachas”, son el enemigo. Englobar al resto de opciones político-ideológicas en el mismo conjunto homogéneo les sirve para acentuar la división y el conflicto, para así plantear el “nosotros o ellos”. Esta hostilidad no solo la manifiestan hacia partidos políticos rivales, sino que también atacan a los medios de comunicación que tratan de dejarles en evidencia.


Estos cuatro pilares se conjugan en la acción política mediante el populismo: contarle al pueblo todo lo que quiere escuchar, prometerle todo lo que desea, sea posible o no, venderle un país irrealizable mediante la mentira y la demagogia barata. Con los argumentos ya expuestos, y observando el comportamiento a la hora de hacer política de Podemos, quizás ya no sea tan desmesurado considerar a este partido como uno más de la corriente neocomunista que recorre Europa.

Artículo escrito por Adrián Nicolás Doblas.

0 comentarios: