Un viejo proverbio dice; no dejes de
salir hoy, mañana puede ser peor. Y así es, si los irlandeses tuvieran que
dejar sus quehaceres por la lluvia, sería un país sin vida. Sin embargo no es
así. Niños yendo al colegio, ancianas en bicicleta, golfistas en los campos,
hombres con traje y corbata, madres con sus bebés…todos caminan indiferentes a
esa humedad pertinaz que los pulveriza a diario.
Imperceptibles cortinas de agua se
desplazan al antojo del viento, haciendo aparecer y desaparecer el paisaje como
por arte de magia.
Lucía Sevila
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