Si
callas, escucharás.
Detén
tu mente, herramienta poderosa pero ruidosa que obstaculiza el bello
sonido que emana de la dulce flauta de tu sabiduría interior.
Eres
sabio/a; tienes dentro de tí toda tu verdad, toda la comprensión de
tus dones. Pero si los oídos de tu alma están tapados no podrás
escucharte.
Es
tu verdad, tú guía, tu sendero, la señal que deja brotar a lo
sagrado que hay en ti para llevarte por el camino de la plenitud de
tu alma.
Tu
capacidad de pensamiento te fue regalada como herramienta para
manejarte en este plano terrenal. Te ayuda a analizar, a procesar, a
obtener datos...
Cuando
sólo es tu pensamiento el que es escuchado, tu yo sagrado, divino,
eterno, es acallado y ensordecido en sus mensajes de vida y de
luz.
Ambas
partes de tí han de coexistir. Cielo y Tierra se aunan en tu
interior. El cielo está en la Tierra; lo sagrado de la vida se
refleja en cada instante de tu existencia, en tu caminar y en tu
devenir. Si no escuchas la voz de tu corazón, tu intuición, no
serás capaz de reconocer esa parte esencial de ti.
Cierra
tus ojos, respira, céntrate en un punto, en una luz y así tu mente
se aquietará y el susurro con que habla tu intuición será capaz de
oírse.
A
veces nos da miedo escucharla porque se nos tambalea nuestro mundo
terrenal en el que me he anclado, y entonces me tocará decidir si
escuchar los mensajes de fuera o los de dentro de mí. La elección
estará entre sobrevivir o vivir.
Si
escucho lo más profundo de mí me estaré siendo fiel, me estaré
guiando por mis ángeles custodios que, con amor, me llevan por el
sendero que va hasta mi hogar interior, el lugar donde me siento en
paz.
Quitemos
todo el ruido: lo esencial es invisible a tus ojos, imperceptible por
tus oidos, intocable por tus manos. Tiene el sabor de lo divino y me
hace disfrutar de la plenitud del que sigue los caminos de su
corazón, aquellos caminos para los que ha sido diseñado.
Detente,
escúchate, honra el silencio. Busca tus espacios de quietud donde,
cual mágica luz, brotarán y resurgirán los duendes que están
presentes cuando mi vida es un gozo contínuo, cuando mi vida
se rige por el ser de luz que habita en mi interior y con su amor
grandioso me guía hasta mi plenitud.
No
tengas miedo a volar: escucharte y seguir esa voz sagrada implica a
veces soltar y desprenderme de los convencionalismos establecidos
para tener nuestra humanidad anclada en una gran masa crítica.
Seamos
un único cuerpo con su diversidad. Una célula del corazón nunca
pretenderá que la célula de un ojo sea de su misma naturaleza;
pero ojo y corazón forman parte de un único cuerpo humano que, de
este modo, es capaz de sobrevivir y de ser grandioso por la cantidad
de células diferentes que coexisten para su funcionamiento.
Al
igual, tú eres único e irrepetible, diferente en la unidad, con tus
dones, tus creencias y tu misión diferente a la de tu hermano.
Así,
escuchando tu voz interior, tu intuición, descubrirás que la vida
está para ser transitada por tantas formas diferentes como seres
humanos pueblan este hermoso planeta.
Solo
tú sabes que es lo mejor para tí. La brújula de tus emociones lo
identificarán a modo de paz interior y plenitud.
Acalla
tu mente, cierra tus ojos, instálate en tu silencio, mira de frente
dentro de tí con la quietud del atento observador y brotará en tí
la voz de tu corazón, la voz de tu intuición.
Si
callas, escucharás.
Detén
tu mente, herramienta poderosa pero ruidosa que obstaculiza el bello
sonido que emana de la dulce flauta de tu sabiduría interior.
Eres
sabio/a; tienes dentro de tí toda tu verdad, toda la comprensión de
tus dones. Pero si los oídos de tu alma están tapados no podrás
escucharte.
Es
tu verdad, tú guía, tu sendero, la señal que deja brotar a lo
sagrado que hay en ti para llevarte por el camino de la plenitud de
tu alma.
Tu
capacidad de pensamiento te fue regalada como herramienta para
manejarte en este plano terrenal. Te ayuda a analizar, a procesar, a
obtener datos...
Cuando
sólo es tu pensamiento el que es escuchado, tu yo sagrado, divino,
eterno, es acallado y ensordecido en sus mensajes de vida y de
luz.
Ambas
partes de tí han de coexistir. Cielo y Tierra se aunan en tu
interior. El cielo está en la Tierra; lo sagrado de la vida se
refleja en cada instante de tu existencia, en tu caminar y en tu
devenir. Si no escuchas la voz de tu corazón, tu intuición, no
serás capaz de reconocer esa parte esencial de ti.
Cierra
tus ojos, respira, céntrate en un punto, en una luz y así tu mente
se aquietará y el susurro con que habla tu intuición será capaz de
oírse.
A
veces nos da miedo escucharla porque se nos tambalea nuestro mundo
terrenal en el que me he anclado, y entonces me tocará decidir si
escuchar los mensajes de fuera o los de dentro de mí. La elección
estará entre sobrevivir o vivir.
Si
escucho lo más profundo de mí me estaré siendo fiel, me estaré
guiando por mis ángeles custodios que, con amor, me llevan por el
sendero que va hasta mi hogar interior, el lugar donde me siento en
paz.
Quitemos
todo el ruido: lo esencial es invisible a tus ojos, imperceptible por
tus oidos, intocable por tus manos. Tiene el sabor de lo divino y me
hace disfrutar de la plenitud del que sigue los caminos de su
corazón, aquellos caminos para los que ha sido diseñado.
Detente,
escúchate, honra el silencio. Busca tus espacios de quietud donde,
cual mágica luz, brotarán y resurgirán los duendes que están
presentes cuando mi vida es un gozo contínuo, cuando mi vida
se rige por el ser de luz que habita en mi interior y con su amor
grandioso me guía hasta mi plenitud.
No
tengas miedo a volar: escucharte y seguir esa voz sagrada implica a
veces soltar y desprenderme de los convencionalismos establecidos
para tener nuestra humanidad anclada en una gran masa crítica.
Seamos
un único cuerpo con su diversidad. Una célula del corazón nunca
pretenderá que la célula de un ojo sea de su misma naturaleza;
pero ojo y corazón forman parte de un único cuerpo humano que, de
este modo, es capaz de sobrevivir y de ser grandioso por la cantidad
de células diferentes que coexisten para su funcionamiento.
Al
igual, tú eres único e irrepetible, diferente en la unidad, con tus
dones, tus creencias y tu misión diferente a la de tu hermano.
Así,
escuchando tu voz interior, tu intuición, descubrirás que la vida
está para ser transitada por tantas formas diferentes como seres
humanos pueblan este hermoso planeta.
Solo
tú sabes que es lo mejor para tí. La brújula de tus emociones lo
identificarán a modo de paz interior y plenitud.
Acalla
tu mente, cierra tus ojos, instálate en tu silencio, mira de frente
dentro de tí con la quietud del atento observador y brotará en tí
la voz de tu corazón, la voz de tu intuición.
Mariví
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